Domingo, 20 de enero de 2008 | Hoy
“No hay en el mundo una planta que provoque en el cerebro modificaciones funcionales tan prodigiosas. Aunque las procure solamente bajo la forma de fantasmas sensoriales, o por la concentración de la más pura vida interior, esto acontece bajo formas tan particulares, tan insospechadas, que quien es su objeto se siente transportado a un mundo nuevo de sensibilidad e inteligencia. Comprendemos que el viejo indio de México haya visto en esta planta la encarnación vegetal de una divinidad.” La frase es de Ludwig Lewin, el primer farmacólogo que estudió los alcaloides del peyote, la planta con mayor concentración de mezcalina. Le siguen Antorcha Peruana (Trichocereus peruvianus) y el San Pedro. Este cactus –menos conocido como Trichocereus pachanoi– puede llegar a ser gigantesco: cada año se eleva aproximadamente un metro más y su diámetro aumenta alrededor de 12 centímetros. Puede alcanzar los 6 metros de altura, tiene un color verde azulado y tiene pequeñas espinas y flores grandes de color blanco que florecen de noche. Crece en México, Bolivia, Ecuador, Perú y al norte de Chile y Argentina. El estado de embriaguez que produce comienza entre los 60 y 90 minutos después de la ingestión y dura entre 7 y 10 horas. Lleva el nombre del santo cristiano por sus propiedades alucinógenas y lisérgicas: es San Pedro, el que guarda “las puertas del cielo”.
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