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En el Gobierno sostienen que, aunque aumente el superávit, el gasto público va a poder ampliarse a partir del incremento de la recaudación. Para ello anunciaron un paquete de medidas destinadas a reducir la evasión fiscal. El objetivo es acordar con el FMI sin tener que resignar el Plan de Obras Públicas que el presidente Néstor Kirchner anunció hace un par de meses y todavía permanece congelado más allá de algún avance puntual. La presión tributaria en la Argentina ha oscilado en los últimos años de la Convertibilidad en un nivel cercano al 20 por ciento del PIB para luego derrumbarse con la crisis. Ese porcentaje es 10 puntos menor que en Brasil, 25 menor que en Francia y 8 que en Estados Unidos. El margen para crecer podría dar lugar a la esperanza. Sin embargo, el plan contra la evasión no fue de la mano de una reforma tributaria que transforme al sistema más progresivo. Los impuestos indirectos como el IVA e Ingresos Brutos conservan un peso excesivo en el sistema tributario, mientras que la presión en Ganancias y Bienes Personales continúa siendo débil. Por lo tanto, para generar un crecimiento fuerte de la recaudación, el Gobierno deberá presionar a los sectores que sobreviven en la informalidad.