Lunes, 14 de diciembre de 2009 | Hoy
12:50 › DIRECTO A LA CARA
Su nombre es Massimo Tartaglia, de 42 años, y es hijo de un pequeño empresario de Milán. Mientras el primer ministro italiano se retiraba ayer de un acto en esa ciudad, el agresor le tiró en la cara un pesado souvenir que llevaba en su bolsillo. A raíz del golpe, "Il Cavaliere" sufrió la rotura del tabique nasal y la pérdida de varios dientes.
Tartaglia, que fue arrestado inmediatamente por la policía, sufre desde hace años problemas mentales. "Yo no soy nadie", dijo al ser arrestado. Su padre, Alessandro, un pequeño empresario de la periferia milanesa, contó que la familia vota al Partido Democrático, y achacó la deplorable acción de su hijo a "la crispación política que vive el país".
El agresor portaba en el bolsillo un spray urticante a la pimienta y otro souvenir. El fiscal lo acusó de "lesiones agravadas contra funcionario público" y de actuar "con premeditación".
Eran las seis y media de la tarde, el mitin del Pueblo de la Libertad había terminado unos minutos antes, y Berlusconi saludaba y firmaba autógrafos a sus seguidores y estaba a punto de subirse al coche oficial para abandonar la plaza.
En ese momento, Tartaglia, pelo corto, anorak gris, mirada perdida, lanzó contra el primer ministro, de 73 años, un objeto contundente desde una distancia de tres o cuatro metros.
La impresionante imagen del magnate y político, con la cara ensangrentada y la expresión entre atónita y furiosa, dio rápidamente la vuelta al mundo mientras Berlusconi era trasladado en ambulancia a las urgencias del hospital San Raffaele.
Los médicos apreciaron diversas heridas: rotura parcial del hueso nasal, laceración interna y externa en los labios, pérdida de sangre, dos dientes afectados, uno de ellos roto, y algún corte. El cirujano que le dio algunos puntos de sutura declaró que encontró al primer ministro "molesto y abatido". Por precaución, Berlusconi fue sometido a un TAC. No reveló complicaciones. Tras pasar 24 horas en observación, necesitará entre 15 y 20 días de curas.
La confusión en el momento del incidente fue enorme. Todo sucedió en segundos. Al recibir el impacto, Berlusconi se llevó la mano a la cara, empezó a sangrar, se dobló en un gesto de dolor, pareció que fuera a perder el conocimiento.
Alguien le puso una bolsa negra con hielo en la cara para contener la hemorragia. Izado en andas por sus escoltas, fue introducido en su coche mientras la policía se lanzaba a detener al agresor, interceptado y golpeado por los seguidores que aclamaban al político.
Con expresión petrificada, Tartaglia no opuso resistencia. Según diversas fuentes, se limitó a repetir: "Yo no he sido, yo no soy nadie".
Segundos después, Berlusconi recuperó el ánimo y se puso de pie en el estribo del coche para buscar al asaltante, y con un gesto aseguró a sus seguidores que estaba bien. Su rostro mezclaba el estupor y la rabia.
Es la segunda vez que el magnate de Brianza (Milán) es agredido en la calle. En 2004, en la plaza Navona de Roma, un obrero le lanzó el trípode de su cámara de fotos y le alcanzó en el cuello, sin causarle heridas graves.
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