La movilización, llega en pleno incremento de la presión contra la deuda italiana, que había logrado recuperarse en las últimas semanas gracias a la intervención del Banco Central Europeo (BCE). El paro fue congregado el pasado 23 de agosto por la CGIL, en contra de unas medidas que consideran que eliminan los derechos de los trabajadores y condenan al país "a la recesión económica y a la decadencia civil".

Según han explicado desde el sindicato, la idea es protestar no sólo contra el último plan de ajuste de 45.500 millones de euros aprobado por el Gobierno, sino también por el plan ratificado por el Parlamento. Asimismo, denuncian que con sus dos planes, Berlusconi "impueso más tasas a los trabajadores y a los jubilados, recortó los servicios y la sanidad, sin garantizar el equilibrio de las cuentas públicas, ni favorecer el crecimiento y la ocupación".

La huelga coincidirá con la llegada del texto del plan de ajuste al Senado para su discusión y aprobación, que se espera para finales de esta semana, y que después deberá ser ratificado por la Cámara de los Diputados. Un plan de ajuste que desde su aprobación en el Consejo de Ministros el pasado 12 de agosto sufrió numerosas modificaciones, entre ellas, la más importante fue la supresión del llamado impuesto de solidaridad que debían pagar quienes superasen 90 mil euros de rentas anuales. También se ha caído la exigencia de 40 años de trabajo efectivo para el acceso a la jubilación.

En este marco, se convocaron paros de ocho horas por turno en todos los sectores, completando así la totalidad de la jornada laboral, así como también manifestaciones en más de cien ciudades italianas, entre ellas las más importantes del país como Roma, Milán, Nápoles y Turín.