En la Plaza de Cataluña, en torno a una gran pancarta blanca en la que podía leerse "Open the eyes" (abre los ojos), los primeros "indignados" comenzaron a reunirse por la mañana. Gracias al movimiento surgido el 15 de mayo de 2011 "poco a poco la sociedad ha ido abriendo los ojos", afirmó Noelia Moreno, de 30 años, una de las participantes en aquella protesta. "Creo que ha cambiado algo en la mentalidad de la gente, no es algo muy tangible ahora pero se ha plantado una semillita que de cara al futuro se irá viendo", añadió.

Mantener el impulso de aquella primera marcha es lo que buscan los "indignados", que durante cuatro días dará pie a debates y asambleas populares en las plazas de toda España. Ahora tienen más motivos que nunca para protestar, el país vuelve a estar en recesión, el desempleo afecta al 24,44 por ciento de la población activa y al 52 de los jóvenes, y el gobierno conservador de Mariano Rajoy impuso medidas de rigor por unos 30 mil millones de euros.

La emblemática Puerta del Sol fue en esta plaza donde se instaló hace un año un improvisado campamento de carpas y sacos de dormir que, con su comedor, su guardería y su biblioteca, se convirtió en el símbolo del hartazgo popular por la crisis, inspirando movimientos similares otros países. Con motivo de aquel aniversario este sábado también se convocaron manifestaciones en ciudades como París, Atenas, Nueva York o Rio de Janeiro.

La reacción del gobierno conservador fue de tolerar la movilización pero no permitir los acampes: "Más allá de esas horas (que dure la movilización), lo que se estaría es vulnerando la ley", afirmó la vicepresidenta del gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría al criticar la ocupación de los espacios públicos. "Y este gobierno lo que hará es que la ley se cumpla", agregó. "Evidentemente no va a haber acampadas porque son actos ilegales", aseguró el ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz.

A medida que avanzaba la tarde, las manifestaciones fueron creciendo de norte a sur, desde Santiago de Compostela hasta Córdoba, pasando por Valencia y Palma de Mallorca. Las plazas terminaron convirtiéndose en ágoras donde se celebraron asambleas en un ambiente festivo y reivindicativo, con sus pancartas y canciones, familias enteras, jóvenes y ancianos se sumaron a la protesta.