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"El riesgo para la seguridad es demasiado grande", dijo el portavoz de la empresa de trenes austriaca ÖBB, Michael Braun. "Los trenes que llegan de Hungría están tan repletos que no podemos dejarlos pasar de ninguna manera. En Austria, ningún tren así puede salir de la estación".

Según la información publicada por la empresa en su sitio web, se suspendieron las conexiones en ambas direcciones. Se vieron afectados los trenes EuroNight y Eurocity que cubren el trayecto entre Viena y Budapest, así como los trenes regionales que cruzan la frontera. "Hasta nuevo aviso no se venderán billetes para destinos en Hungría", señaló ÖBB.

ÖBB pidió a voluntarios y a empresas de autobuses que dejen de llevar viajeros a las estaciones de trenes. "Si no, no se podrá garantizar una gestión ordenada de la situación actual. El flujo ya fuerte combinado con el gran número de personas que esperan en las estaciones de trenes para continuar trayecto supera la capacidad disponible desde las horas de la mañana".

La situación es tensa en las grandes estaciones de tren de Viena, dijo Braun. Y si siguen llegando numerosas personas desde Hungría la situación podría "colapsar". Viena se encuentra en la ruta que utilizan los refugiados para llegar desde Hungría a Alemania. Cerca de la estación Viena Oeste se ha levantado un campamento de acogida con unas 60 camas.

Mientras tanto, los cancilleres de República Checa, Hungría, Polonia y Eslovaquia anunciaron que se reunirán con sus colegas de Alemania y Luxemburgo el viernes, en Praga, para examinar la respuesta común a la crisis de los migrantes. "La reunión de los ministros de Relaciones Exteriores contribuirá a mejorar la comprensión mutua (...) de los diferentes puntos de vista sobre la solución a la actual crisis" declaró el ministerio checo en un comunicado.

Los cuatro países de Europa central integran el denominado grupo de Visegrado, y se oponen al sistema de cuotas de acogida de refugiados que propone la Comisión Europea, el brazo ejecutivo de la Unión Europea, para repartirse hasta 160.000 migrantes. Los gobierno de esos países insisten para que la UE, cuya presidencia está actualmente en manos de Luxemburgo, intente resolver el problema de la crisis migratoria en su raíz, al mismo tiempo que ataca el tráfico de personas.