Dos analistas internacionales indicaron que este antagonismo entre la próspera Flandes y la rezagada Valonia es histórico en Belgica y que lo que pone en duda la separación es el fuerte arraigo simbólico que tiene Bruselas en Europa y la oposición valona, que depende de los subsidios flamencos.

"El problema de los funcionarios europeos es el efecto en cadena que puede traer la separación. No es tanto el caso belga el que preocupa, sino el catalán (España), el de Lombardía (norte de Italia), o de los escoceses, por citar algunos ejemplos", explicó Federico Merke, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad del Salvador (USAL).

En este sentido, Norberto Consani, director de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de La Plata, coincidió que una ruptura "traería efectos importantes con los vascos, los kosovares, los catalanes, y otros tantos movimientos nacionalistas que se habían silenciado de alguna manera en función del pensamiento de la UE".

"Sin querer, la UE fomento el separatismo debido a una racionalidad económica por medio de la independencia y de la cuestión identitaria", agregó Merke.

"Los valones supieron tener la hegemonía político económica, pero hoy tienen casi un 10 por ciento de desocupación y no se modernizaron. En el norte, en cambio, están más globalizados y se preguntan por qué deben pagar los beneficios de los franceses del sur. Es que cada flamenco aporta 2000 euros por año para servicios sociales en Valonia", explicó el especialista de la USAL.

Otro detalle que señaló el docente universitario es que en Bélgica "no hay partidos nacionales, hay partidos regionales que tienen peso en sus regiones y pelean por llegar al centro de la escena política. Todos los cambios de Constitución en Bélgica apuntaban hacia una mayor autonomía de las regiones".

Por su parte, Consani manifestó que "hasta hace poco se estaba pensando en la ampliación europea y en la Constitución de la UE como un avance cualitativo, por lo que la división belga sería también un retroceso cualitativo enorme".

El académico de la UNLP resaltó que "una división sería una catástrofe, porque no sólo afectaría a Belgica sino tambien a la UE. Sería un terremoto político".

En este sentido, pero no tan drástico, Merke indicó que "Bélgica es miembro fundador de la UE y Bruselas es la capital de Bélgica y de la UE. Es un símbolo de unidad y convergencia muy fuerte".

El docente de USAL expresó que la paradoja reside en que la centralización política de la UE en la capital belga, se contrapondría a la descentralización política de Bélgica.

Con respecto al futuro de la crisis, Consani opinó que "es muy probable un cambio de Constitución mucho más federal que la actual. Que mantedría el nombre de Bélgica pero englobaría dos realidades".

Por su parte, Merke comentó que "hay dos soluciones: o se avanza en la separación, pero a riesgo de enfrentar una fuerte oposición valona y de la comunidad internacional, o se llega a una solución de compromiso que es parte de la gimnasia belga".

La Univerdidad de Lovaina, la más enblemática de Bélgica, se separó en la Universidad Católica Francesa (de Valonia) y la Universidad Católica de Flandes, debido a la oposición de los flamencos de recibir clases en francés.

Se armaron dos edificios, se separaron los cuerpos docentes y los alumnos optaron por una o por otra, pero el principal problema surgió con la biblioteca: "¿Cómo se pueden separar los libros en dos?", se preguntaron los directores de la alta casa de estudios.

La solución salomónica da ejemplo de la "gimnasia belga": los libros cuyos códigos eran pares, fuero para una universidad, mientras que los impares para la otra.