La movilización se prolongó durante media hora frente a la sede del establecimiento educativo, en avenida Córdoba y Riobamba, donde la madre de uno de los más de dos mil alumnos que cursan allí sus estudios reclamó la intervención del Gobierno de la Ciudad y lamentó que "los perjudicados son los chicos".

La amenaza fue recibida a las 7.45 en el teléfono 911, por lo que la Policía llegó a la escuela minutos después, en Córdoba 1951, donde se desalojó el inmueble e ingresó la Brigada de Explosivos, que comprobó que no había ningún artefacto explosivo.

"Estamos pidiendo que los organismos correspondientes, el Ministerio de Gobierno de la Ciudad, el Ministerio del Interior de la Nación y la Justicia hagan lo que tienen que hacer para que esto pare", sostuvo el vicerrector del establecimiento, Gustavo Zorzoli.

Al lugar asisten entre 2.000 a 2.500 alumnos de los cuatro niveles (inicial, primario, secundario y profesorado), pero desde el 24 de octubre hubo cada día, a excepción del jueves pasado, 33 amenazas de bomba (31 al número 911 y las dos restantes al mismo colegio).

La madre de dos alumnos dijo que la situación "es una vergüenza" y comentó que "ninguno (de los estudiantes) dio examen", por lo que "están totalmente desconcentrados".

"Alguien tiene que hacer algo por esto", reclamó.

Contó que el pasado viernes, los alumnos recibieron autorización del gobierno porteño para faltar a clases sin que se les compute la inasistencia, debido a estos episodios reiterados.

Un grupo importante de padres se opone a esta medida y plantea a las autoridades educativas que no se anticipe el cierre del ciclo lectivo, sino que se completen todas las jornadas de clase.

Uno de ellos informó que, el viernes pasado, el Ministerio de Educación les había anticipado mediante un comunicado que en el curso de esta semana se aclararía la situación, generada por las diarias llamadas al número 911 de emergencias, para alertar a la Policía sobre una amenaza de bomba.

Estos hechos se repiten también a diario en otros establecimientos porteños, como en la Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini, que tuvo que ser evacuado en numerosas oportunidades por denuncias anónimas.