"La crisis tiene una amplitud sin precedentes que afecta a la economía mundial y provoca en Francia como en todas partes en el mundo una inquietud legítima", estimó el presidente francés en un comunicado.

"Esta crisis impone a los poderes públicos un deber de escucha, de diálogo y al mismo tiempo una gran determinación para actuar. En este espíritu, me reuniré en el mes de febrero con las organizaciones sindicales y patronales para consensuar un programa de reformas a aplicar en 2009 y los métodos para sacarlo adelante", prosiguió.

Las manifestaciones que acompañaron una jornada de huelga nacional, convocada por todos los sindicatos franceses para protestar contra la política de Nicolas Sarkozy frente a la crisis económica, reunieron a entre un millón de personas, según la policía, y 2,5 millones según el sindicato CGT.