UNIVERSIDAD › LA SITUACION DE LA EDUCACION UNIVERSITARIA EN AMERICA LATINA

“El sistema se basa en excluir”

En el marco del Congreso de la Asociación Latinoamericana de Sociología (ALAS) que concluye hoy, especialistas en educación analizaron la subordinación del conocimiento y sus relaciones con la transformación social.

 Por Julián Bruschtein


Los procesos de construcción de conocimiento en América latina son objeto de debate en el continente. La cuestión afloró en el XXVII Congreso de la Asociación Latinoamericana de Sociología (ALAS), que concluye hoy en Buenos Aires. En ese marco, en una mesa de debate, especialistas del país y el exterior analizaron la subordinación del conocimiento, la relación entre los avances científico-tecnológicos y la transformación social, la tensión entre las pedagogías críticas y las pedagogías del deseo. Y también advirtieron: “El sistema de producción de conocimientos está basado en la exclusión y la competitividad”.

En el aula magna de la Facultad de Odontología, el primero en intervenir fue el brasileño Renato Dagnino, profesor titular en el Departamento de Política Científica y Tecnológica de la Universidad de Campinas, quien expuso sobre el cambio de la relación entre los avances científico-tecnológicos y la transformación social. Dagnino desgranó la visión determinista del marxismo, la instrumentalista del capitalismo y advirtió que “no es correcto creer que la tecnología no puede ser adaptada o cambiada por el hombre. Lo que sí hay que cambiar son los intereses que están en la máquina donde se produce ese conocimiento y toda la visión de la ciencia”. A modo de conclusión, el profesor brasileño señaló que “sería equivocado tirar por la borda el conocimiento que se ha generado”, pero que sí sería “necesario deconstruir la tecnología convencional, generada a partir de los valores del capital, para poder sustituir esos intereses y valores y reconstruir una tecnología distinta, que tenga en cuenta a los sectores marginados”.

El sociólogo Enrique Oteiza planteó que “después de la Segunda Guerra Mundial cambiaron las perspectivas en Latinoamérica: estamos en situación de subordinación”, aseguró ante el público y puntualizó sobre la aparición de organismos internacionales “como la ONU, que impulsaron la idea del desarrollo a partir de la experiencia japonesa”, basada en la revolución productiva que vivió el país asiático tras la guerra. Luego, sobre el final de su ponencia, recordó: “No podemos ser sólo buenos alumnos de los posgrados del Norte” sin contextualizar después el aprendizaje.

A su turno, el estadounidense Peter McLaren, de la Universidad de California, destacó las diferencias entre la “pedagogía del deseo (moderna) y la pedagogía crítica”. Se presentó como un marxista humanista y desde allí planteó que “la pedagogía del deseo se opone al neoliberalismo, pero a su vez recupera sus características. La enseñanza a través de esta metodología sirve para ajustarse al modo de vivir en un sistema capitalista”. Sostuvo que la pedagogía del deseo impulsa la idea de que “sólo podemos saber lo que ya sabemos”, en cambio la pedagogía crítica “investiga allí donde está el silencio, denota eso que se presenta como algo natural”, por ello “no se sitúa en los espacios de la liberación, pero sí en los de la colectivización y la emancipación al descubrirse como seres históricos”.

Por último, el argentino Pablo Gentili, secretario adjunto de Clacso, tuvo una intervención crítica sobre el sistema de rankings universitarios y de acceso a becas que predomina en la región. “En este momento existe una tendencia en Latinoamérica que valoriza el intercambio y las acciones conjuntas de solidaridad. Pero el sistema de producción de conocimientos está basado en la exclusión y la competitividad. Si cumplís con los requisitos, podés acceder a la beca y eso quiere decir que otro no va a hacerlo”. Luego comparó el sistema de posgrados de Argentina y Brasil: “A partir de los ’90, acá hubo un crecimiento impresionante. El problema es que son cursos pagos casi en su totalidad y están enfocados en la docencia y no en la investigación. En Brasil, en cambio, hay menos participación, pero el 90 por ciento de la maestrías y el 98 por ciento de los doctorados apuntan a la investigación. Y son gratuitos”.

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