Miércoles, 30 de enero de 2008 | Hoy
Por Herbert Read
Se ha dicho que el futuro considerará a Gandhi como el hombre más notable de nuestra época. En su propio país era un héroe legendario desde mucho antes de su muerte; y hay material suficiente, en sus actos y sacrificios, para fundir al héroe en santo. “Mahatma” ya es algo más que un título reverente y su “autobiografía” (The Story of My Experiments with Truth, 1949) es un evangelio didáctico. Pero también es más que esto... y menos. Es tan detallada y banal como un diario de provincias; es insípida y a menudo tediosa; desconcierta por su sinceridad y es humilde sin ninguna afectación. Carece de brío y de inspiración; y nunca su monotonía es redimida por un hálito de poesía. Pese a todo esto, su lectura constituye una experiencia conmovedora e inolvidable. Tenemos una Leyenda Dorada que nos viene de la Edad Media, éste puede ser el primer libro de una Leyenda Plúmbea.
Empecemos por los dogmas esenciales:
Lo que quiero lograr –lo que me he estado esforzando y anhelando lograr durante estos últimos treinta años– es la autorrealización, ver a Dios cara a cara. Alcanzar la Moksha (la liberación de la vida y la muerte). La esencia de la religión es la moralidad.
He pasado por una profunda introspección, me he buscado de un extremo a otro, y he examinado y analizado todas las situaciones psicológicas. Pese a esto, disto mucho de atribuir un carácter definitivo o infalible a mis conclusiones. Una pretensión sí tengo, a decir verdad, y es ésta. ¡A mí me parecen absolutamente acertadas y por el momento me parecen definitivas!
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