Viernes, 16 de febrero de 2007 | Hoy
Durante su paso por el gobierno español, Baltasar Garzón prefirió elogiar la política antinarcóticos del gobierno argentino antes que hablar del Narcogate, la investigación que, como juez, lo enfrentó con el presidente Carlos Menem. En diálogo exclusivo con Página/12, Garzón, quien pidió la captura internacional de Amira Yoma y encarceló a Monzer Al Kassar, sólo remarca que “jamás escuché o atendí una sugerencia del gobierno”. Como contrapartida, guarda en su poder una carta en la que la jueza federal argentina María Servini de Cubría le pide perdón por su manejo del expediente.
Habla Baltasar Garzón, el juez que pidió la captura de Amira Yoma
El flamante funcionario anunció que estaba de acuerdo con suministrar drogas a los toxicómanos que no pudieron curarse con recetas tradicionales. “Cuando los tratamientos no funcionan, yo creo que a los enfermos por drogas se les debe recetar metadona o heroína”, consideró Garzón en este reportaje exclusivo a Página/12. Sin contar las valijas de Amira y sus diferencias profesionales con Lestelle, el secretario de Estado evaluó como “correcta” la política de drogas que implementó la administración menemista. “La Argentina está comprometida en la lucha contra el narcotráfico y el lavado de capitales, más allá de los casos particulares”, opinó con su sonrisa política recién estrenada. En la primera entrevista que concede a un diario argentino, Garzón sostuvo lo siguiente:
–¿Qué extraña del Poder Judicial?
–(Piensa largos segundos) Cuando yo era juez actuaba de manera independiente. Ahora, en la política, tengo que conciliar intereses.
–¿Por qué?
–Bueno, cuando uno es juez ordena medidas y listo. En cambio, como miembro del gobierno, yo tengo que coordinar mi actividad con otros ministerios y la relación es horizontal.
–Cuando era juez, teniendo en cuenta las causas que debió investigar, ¿nunca debió conciliar los intereses del gobierno y del Poder Judicial?
–Nunca. El juez siempre debe aplicar la ley, debe estar sujeto a ella.
–¿Jamás atendió una sugerencia del poder político para frenar una investigación o citar a un testigo clave?
–Nunca.
–Pero, seguramente, por su papel en el ámbito judicial, debe haber oído muchas sugerencias.
–Ninguna. Jamás escuché una sugerencia de esas características.
–¿Qué cosas le aportó la política en reemplazo de su independencia judicial?
–La experiencia que estoy desarrollando es enriquecedora. Antes, cuando era juez, enfocaba el tema de las drogas desde la única perspectiva de la represión. Ahora lo trato también desde la prevención y la asistencia, sin olvidar, por supuesto, la represión del tráfico de estupefacientes y el blanqueo de los capitales.
–¿Se cansó de administrar justicia?
–No. Yo no hui de la Justicia y puedo volver cuando quiero.
–Pero ahora forma parte del gobierno.
–Estoy con licencia, pero si renunciara a mi cargo al otro día regreso a mi lugar en la Audiencia Nacional.
–Si en la Justicia no había llegado a su techo personal, ¿qué lo sedujo de la política para interrumpir su carrera como magistrado?
–Pensé que mi labor como juez podía aportar a la regeneración de la política. Estoy convencido de que puedo aportar mi experiencia en un proyecto que la sociedad respalda.
–¿Qué significa regenerar la política?
–La política no debería ser un coto cerrado. Hay personas independientes, como yo, con distintas profesiones que aportan sus experiencias para quebrar el divorcio entre la sociedad y los partidos políticos. Ese es el sentido.
–Desde la perspectiva de los dirigentes tradicionales, ustedes aparecen como la salvación, ya que les permiten seguir existiendo como políticos.
–Eso conduce al mismo objetivo, al mismo punto...
–No entiendo.
–Claro. Yo no sé qué pensaron íntimamente los políticos cuando decidieron convocar a personalidades independientes, pero esto es un reconocimiento de que el modelo está agotado y de que se necesita viento fresco. Es decir, ellos están conscientes de que se necesita una nueva forma de hacer política y de que es imprescindible encontrar una nueva manera de contactarse con la sociedad.
–¿Ustedes serían los salvavidas de los políticos?
–Pongámoslo de otra manera. Con la incorporación de personalidades independientes, se crea la posibilidad de que el ciudadano tenga más esperanzas en el proyecto, en la democracia.
–¿Usted es partidario de liberar el consumo de drogas para terminar con el tráfico de estupefacientes y el lavado de narcodólares?
–No, no soy partidario de la legalización de las drogas.
–A la Argentina llegó la información en ese sentido.
–Está mal. Yo tengo un criterio mixto respecto de este tema: se debe reprimir el narcotráfico y el lavado de dólares y simultáneamente debe haber una cultura de rechazo a los estupefacientes.
–¿Y cómo se debe tratar a los adictos?
–Bueno, recién le expliqué el pivote del sistema que estamos implementando en España, a lo que hay que agregar la atención como enfermo del toxicómano.
–Para usted, ¿el drogadicto es un enfermo?
–Sí, el drogadicto es la víctima del sistema y no se lo puede castigar con una pena.
–¿Y aquel que vende para consumir?
–También. Ese es el límite. Esa persona que comercia pequeñas cantidades para seguir consumiendo está enferma y se la debe ayudar.
–¿Y si la ayuda médica y social no sirve?
–Bueno, en estos casos, yo creo que se debe tratar a los enfermos con metadona o heroína. Serán siempre casos particulares.
–¿No es una postura contradictoria resolver el consumo con más consumo?
–No. Yo apoyo los programas libres de drogas, pero qué hacemos con el ciudadano que tiene sida o con el que se pincha en la esquina. Estos sectores no dan votos, pero igual hay que atenderlos. No todo debe ser política.
–Bueno, su posición seguramente ya provocó una reacción política...
–La situación particular de un enfermo que no responde al tratamiento clásico no puede ser objeto de un tironeo político. Hay que dejar de lado los matices de este tipo y pensar que el Estado tiene una deuda con ese sector de la sociedad.
–Es muy difícil que la sociedad acepte su punto de vista.
–Bueno, hay temas que los ciudadanos rechazan visceralmente. Por eso hay que ir despacio, se deben debatir las ideas y crear conciencia en la sociedad.
–¿Cómo observa a América latina en el actual contexto del tráfico y del lavado de dólares?
–No se puede generalizar, pero es obvia su incidencia en el tráfico de cocaína y el lavado de capitales.
–¿Cómo atacaría su papel en el comercio ilegal de drogas?
–Creo que hay que tener en cuenta los regionalismos. No se pueden aplicar modelos sin conocer las realidades de cada país. Me parece que lo principal es controlar la demanda y apoyar las culturas indígenas.
–¿Cuál es su opinión sobre el papel de la Argentina en la lucha contra las drogas?
–La Argentina está comprometida en la lucha contra el narcotráfico y el lavado de capitales.
–¿No es un aliciente para los narcotraficantes saber que el principal caso de lavado de dólares, que usted investigó aquí, fue tapado por una acción conjunta del gobierno, un sector de la Justicia y el Parlamento?
–Creo que no, más allá de los casos particulares.
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