Ganan todos, de vuelta

Por Pablo Vignone

La creencia generalizada es que el fútbol es un juego de suma cero, ¿viste? Uno gana, el otro pierde, uno sale campeón, dos se van al descenso. Pero eso es para la gilada, fiera, para los giles que ponen la platita en ventanilla cada domingo, los que se creen el verso de la camiseta. Porque del otro lado, el fútbol es como la perinola. Ganan todos, ¿sabés? Menos los bobos, porsu. A ver, ¿qué delantero te gusta? ¿Ese? A mí también. Pero no es mío. El representante lo tiene desde la novena. ¿Sabés la guita que le puso encima? Todos los meses, ¡má’qué para el sánguche y la Coca!, el viejo venía a buscar el milkibar, la luquita. Claro, ¡cómo iba a protestar después el pibe! No, no le gusta Rusia, ¡qué le va a gustar! Los pibes crecen soñando con el fulbo de España, de Italia. Por ahí algún concheto, futbolista de country, aspira a la Liga Inglesa, ¿pero Rusia? Calladito, le dijo el representante.

Uno al jugador lo protege, lo arropa, le da consejos, le paga las cuentas, le consigue el auto, lo va a ver al departamento, para que se sienta cuidado. Pero algunos tienen cada ínfula. ¿Sabés cuál era el jugador más jodido para nosotros? El tres de... Sí, no era un top de la escudería pero cómo rompía las bolas... Con pelotudeces, viejo, un día me llamó ¡porque quería que lo llevara a comprar una heladera! Lo mandé a la, pero te decía, el pibe minga de ir a Rusia, no quiere saber nada, nunca más juego en la Selección llora, pero el tipo invirtió mucha guita y los sorru son los únicos que pagan al contado, te imaginás de dónde la sacan. El yeite es fenómeno: ganan todos. El club, que vende al jugador; el intermediario, que aceita el pase; los dirigentes, que ligan el retorno; cobran hasta los europeos, que son los que ponen la guita: ellos están contentos porque o la sacan de algún lavadero raro o porque vuelven a recibirla adentro de un sobre. Fijate el Barça la guita que gastó para comprar a Saviola, para juntar a todos los que mojaron algo en el pase no alcanza el Nou Camp, y encima, después, compraron a Maxi...

Ganan todos, pibe, yo sé lo que te digo. El jugador, a veces, no tanto. Porque a él le toca el 15 por ciento del pase, pero ¿cuándo la ve? Los dirigentes le dicen, por ejemplo, ¿te querés ir? Bueno, pero ¿cuánto te debíamos? Ya no te debemos nada, ¿no? O, más sofisticados, le sugieren que se porte bien con el club que lo lanzó a la fama, y que tenga un gesto donando el porcentaje para las inferiores, un eufemismo que puede significar cualquier cosa.

Ahora, por ejemplo. El pibe Talacasto, que jugó en, sí, ahí. Lo mandaron a uno de los clubes más importantes de Italia. El técnico ni sabía de qué jugaba, pero porque era el único al que no habían untado, así que Talacasto se pasó seis meses en el banco ¡y extrañaba, che, extrañaba como la puta madre! Un frío de cagarse, cenan a las seis de la tarde, no te dan bola, te miran distinto, ¡te dan unas ganas de volverte! Así que otra vez el representante, el mismo que lo llevó para allá, ahora lo trae de vuelta. ¿Vos te creés que es uno el que vuelve? Son cincuenta cuando termina cada campeonato. Hacés la cuenta y te decís, ¡pero la pucha, si la mitad se fue hace seis meses! Claro, no todos hacen la guita grossa, pero... Bueno, resulta que el representante tocó primero en, sí, un sueño para cualquier jugador de la Argentina. Todo arreglado, che, el pibe estaba contento, los italianos lo largaban porque total son una sociedad anónima y manejan los balances como quieren; al club le cerraba el negocio porque el plan era mostrarlo con la camiseta otros seis meses y volver a mandarlo a la península... pero estaba este dirigente de primera línea, vos lo conocés. ¿Sabés el peaje que pidió? Imposible. El pibe tenía que terminar jugando gratis y el apoderado poniendo de la de él, y vos sabés que ésa no se toca. Ese tipo no tiene códigos, viejo, ¿o qué se cree, que el fútbol es un juego de suma cero? Sí, ya sé que es dirigente de un club de la puta madre, pero tienen que comer todos, viejo...

Pero todo pasa, como dice Grondona. No, no lleva dieciocho años en la AFA, van 27. Una punta de años... A lo mejor, piensa alguno, se quedó tanto tiempo porque siempre hay algo que arreglar en el fulbo, algún tema pendiente. Qué sé yo, el fair-play... Pero, ¿vos sabés? A la Selección lo único que le faltaba ganar era la medalla de oro de los Juegos Olímpicos, y la ganó el año pasado, en Grecia. Si hasta arregló el balurdo de la tele... ¿te acordás cómo protestaban porque el contrato con Torneos terminaba en el 2013? Ahora, parece, están estudiando para extenderlo al 2030. Ganan todos de vuelta, está visto.

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