Martes, 2 de febrero de 2010 | Hoy
Como radioaficionado argentino orgulloso que soy desde hace más de 15 años, me encuentro sumamente indignado al enterarme de que el autor de las interferencias al helicóptero presidencial habría sido un radioaficionado. Es inconcebible para una persona que ama este hobby de la radio y las comunicaciones que utilice sus conocimientos técnicos para cometer delitos en detrimento de la comunidad. Un verdadero radioaficionado se debe a su país, a su comunidad. Un radioaficionado es solidario.
Los radioaficionados utilizamos (en todo el mundo) comunicaciones inalámbricas personales entre nosotros y somos capaces (estamos preparados para ello) de apoyar a nuestras comunidades con comunicaciones de emergencia y de desastres si es necesario, mientras aumenta nuestro conocimiento personal de la teoría de la electrónica y de la radio.
Cientos de ejemplos puedo mencionar en donde hemos participado en forma activa ante el requerimiento de la sociedad ya sea por hechos de desastres naturales, guerras o comunicaciones con personas a donde la telefonía aún no llega. Desde el conflicto con Chile hasta la guerra de Malvinas, desde los desastres naturales de principios del siglo pasado hasta las últimas inundaciones de San Antonio de Areco, siempre la Red de Radioaficionados (que algunos creen que ya no existe) estuvo presente con su solidaridad inherente, como verdaderos caballeros del aire.
Espero que la autoridad de aplicación, la CNC, aplique las sanciones pertinentes una vez que en la causa se dirima la responsabilidad de este mal llamado radioaficionado.
Ariel Orentlijerman
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