Martes, 20 de febrero de 2007 | Hoy
En homenaje a los detenidos-desaparecidos franceses, entre ellos mi bella y joven consuegra, abuela materna de mi nieta Mora Caraballo, quiero narrar una anécdota para desnudar la falacia de los represores. Yo era amigo del general Arturo “El Cholo” Corbetta, quien era también abogado como yo y a quien conocía desde mucho tiempo antes de ser jefe de policía de Harguindeguy durante la dictadura. A pesar de que estábamos en las antípodas del pensamiento político, compartíamos una misma aversión por los tenebrosos métodos de represión. Corbetta asumió mostrando por TV el Código Penal, señalando que en la Policía Federal no habría otra ley que ésa. A los pocos días ocurrió el atentado en el comedor de Seguridad Federal donde murió una docena de personas y se quiso hacer una noche de San Bartolomé en represalia. Corbetta se opuso a eso, pero la matanza se hizo igual y él se alejó del cargo. Detallo estos antecedentes para dar certeza a lo que me confió el Cholo. Me dijo que cuando era jefe de policía estaba reunido con el ministro del Interior Albano Harguindeguy. Este le pidió que se alejara un instante del despacho, pues requería una reunión urgente el embajador francés que estaba en la antesala. Luego de esta pausa, lo hizo llamar nuevamente y lo recibió con una sonrisa. El embajador le pedía por la suerte de las monjas francesas. Harguindeguy, resplandeciente de satisfacción por su humorada –si así puede llamarse–, le dijo a Corbetta que el gobierno no las tenía y que de acuerdo con su información habían dejado los hábitos y estaban de alternadoras en un cabaret de una ciudad vecina, Asunción, si mal no recuerdo. Arturo quedó tan indignado por la hipocresía de este despreciable sujeto que me contó la anécdota. Con igual cobardía, Astiz y Mendía y su defensa legal especializada en criminales procuran ahora responsabilizar a comandos franceses por sus propios crímenes. En recuerdo de los numerosos intentos del embajador y de la República Francesa que condenó a Astiz por este crimen, me sentí motivado a revelar esta anécdota.
Gustavo Caraballo ex secretario técnico de la Presidencia.
Abogado - DNI Nº 4.186.057
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