Miércoles, 19 de septiembre de 2007 | Hoy
Debo haber visto a León no menos de veinte veces en distintos recitales, siempre con un afecto irrompible que viene desde mi adolescencia. Pero lo del martes 11 a la noche fue una conmoción para el alma. Más o menos se podía ver lo siguiente: en un escenario angosto y recontra lleno de gente, porque el cortinado estaba cerrado, fueron pasando un locutor “muy particular”, una cantante creo que ciega; un pibe (cantante) en silla de ruedas con dificultades motrices; un guitarrista hidrocefálico; un parapléjico del que dijeron que tiene un programa de FM; otro cantante en silla de ruedas al que le faltaban todas sus extremidades pero que canta y se mueve con un ritmo increíble; un bailarín en silla de ruedas; bailarines de tango que tienen –supongo– síndrome de Down; caminaba por el escenario una enana que registraba fotográficamente el evento, un pintor sin manos trabajaba con el pincel en la boca; otra pintora lo hacía con sus pies; algunos músicos que apoyaban a dichos cantantes pero poco conocidos para nosotros. Gurevich miraba maravillado desde su piano... y León con su liderazgo, ese que es fuerte desde la humildad de poder tratar de igual a igual al otro, sin golpes bajos, siendo solidario. Dicen que la solidaridad se diferencia de la caridad porque ser caritativo es dar algo que te sobre y ser solidario es dar algo que te importe mucho. El les da su tiempo, los debe ayudar para que ensamblen musicalmente, se presta para que ellos se sientan “naturales” sin cholulaje de ningún tipo con él, y todos nos demuestran que tenemos tanto que aprender... tenemos tanto que sentir. Basta de ser insensibles, seamos solidarios, hagamos de una buena vez algo que nos importe por el otro; aprendamos de este ejemplo y mientras tanto emocionémonos un poco entre tanto mundo endurecido; por eso los normales son ellos; quizá nuestra verdadera malformación social sea vivir viendo cotidianamente chicos limosneando, gente en silla de ruedas que no accede a un montón de cosas, gente con un nivel de necesidad tremenda y nosotros nada, mientras los señores del poder miran para el costado... Es así, hagamos por ellos algo que nos importe, como hace León Gieco. Gracias por una noche que difícilmente olvide.
Jorge Oscar Szmulewicz
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