Viernes, 8 de febrero de 2008 | Hoy
Desde mi punto de vista de investigador en ciencias duras, celebro el debate en torno de la responsabilidad social del científico y la relación entre ciencias duras y blandas iniciado en la entrevista al doctor Lino Barañao y continuado en las columnas de opinión de Atilio Boron y Norma Giarracca, entre otros.
Tiene naturalmente razón el ministro al reclamar que los científicos asuman su compromiso social. Pero es necesario señalar que tal compromiso debe ir más allá de la responsabilidad de opinar y transmitir información objetiva, a la que se refiere en la entrevista. Son muchos los aspectos de la actividad científica que implican una responsabilidad social: la elección (aunque no completamente libre) de las fuentes de financiamiento, las decisiones sobre los métodos y técnicas a emplear, el modo de utilizar los fondos adjudicados para las investigaciones, la forma de comunicar los resultados de nuestros trabajos, la selección de los problemas que nos proponemos resolver, entre otros. Es cierto que la responsabilidad no es exclusiva, ya que el sistema científico no es un ambiente aislado, y en cada uno de los aspectos mencionados intervienen factores individuales y grupales, internos y externos al sistema científico. Pero esto no nos exime de la parte que nos toca.
Acierta Norma Giarracca al advertir respecto de las consecuencias indeseables de nuevas tecnologías o de la “articulación entre tecnociencia y mercado”. También al señalar el valioso aporte que pueden realizar las ciencias sociales para desarmar los “mitos en los que se configura este modelo neoliberal”. Pero también aquí habrá que ir más allá. No desarrollaremos una ciencia socialmente responsable y al servicio de las mayorías sin que los investigadores directamente involucrados participemos de un debate serio sobre estas cuestiones, en el que investigadores de todas las disciplinas, exactas y sociales, tengan un rol activo.
Y esto último requiere, entre otras cosas, que superemos por fin la mutua desconfianza entre científicos duros y blandos. La fragmentación del conocimiento beneficia solamente a quienes lucran con la ignorancia ajena. Es cierto que la amplitud del conocimiento científico hace imprescindible la especialización. Pero mantenerlo integrado es, también, parte de nuestra responsabilidad como científicos, duros o blandos.
Tomás Grigera
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