CIENCIA › DIáLOGO CON CARLOS MARíA BARATTI Y MARIANO BOCCIA, DE LA FACULTAD DE FARMACIA Y BIOQUíMICA

Los laberintos de la memoria

Al jinete hipotético no le gustaría ser Funes el memorioso, pero sí averiguar qué es la memoria. Porque considera que la memoria es el basamento del “yo”; hace que en cualquier momento uno se reconozca como lo que es, y se diferencie de lo Otro.

 Por Leonardo Moledo

–¿En qué consisten los planes que están desarrollando?

Mariano Boccia: –Hacemos neurofarmacología de los procesos de memoria. Investigamos cómo los fármacos modifican o modulan los procesos de memoria. Puede haber dos objetivos fundamentales. El más importante es dilucidar mecanismos neurobiológicos de la formación de la memoria. Otro, que tendría una mayor aplicabilidad pero que a veces raya con la ciencia ficción, es encontrar la “píldora de la memoria”, es decir, encontrar drogas que faciliten la adquisición de memoria. El primero creo que es más interesante por lo que constituye en sí. Hay un sistema con el que nosotros trabajamos, que es el sistema colinérgico, que tiene una relación muy importante con el Alzheimer.

–¿Qué es la memoria? ¿Dónde está guardado lo que yo recuerdo?

Carlos María Baratti: –No hay una definición universal de la memoria, se la define de acuerdo con el campo en el que se está trabajando. En términos generales, la memoria es la capacidad que tiene un sistema biológico para adquirir, almacenar y, llegado el caso, recuperar esa información, de tal manera que pueda dirigir su comportamiento en el momento en que lo necesita.

–¿Y cómo se almacenan esas cosas tan complejas?

C. M. B.: –Comienzan por mecanismos que son relativamente simples, pero recién estamos empezando a conocerlos. Se ponen en marcha señales celulares que van evolucionando y, en un momento dado, se transfieren de un nivel celular a un sistema. Eso se puede almacenar durante tiempos indefinidos. La memoria no se pierde nunca, sólo se pierde cuando el sistema deja de existir. Lo que es probable es que no podamos expresar esa memoria en determinado momento. Lo cierto es que, si uno no adquiere información, no puede tener memoria, pero sí se puede tener memoria sin que se exprese. Por eso hay una descripción de una serie de eventos que son celulares y de otra serie que son sistémicos.

–Bueno. Yo recuerdo que me caí de la bicicleta cuando tenía diez años. ¿Dónde está eso?

M. B.: –No se sabe. Lo que sí hizo Kart Lashley en su momento, tratando de buscar dónde estaba el engrama (la traza de memoria), fue mostrar que cuanto más lesionada estaba la rata, menos se acordaba del laberinto. Parecería que el engrama está distribuido en la corteza...

C. M. B.: –En definitiva, el receptor final, el que almacena, parecería ser la corteza cerebral. Pero a partir de eso, cuando se necesita esa información, de alguna forma eso vuelve a sistemas más elementales para poder ser utilizado.

–Ustedes me están hablando de sistemas, pero yo pregunto otra cosa. La bicicleta de la que me caí era roja... ¿Dónde está esa unidad de información?

M. B.: –Lo desconocemos. Debe estar codificada a nivel de sinapsis. La memoria, en última instancia, es una representación interna del mundo exterior expresada a través de una red neuronal, de una comunicación entre neuronas.

C. M. B.: –Piense que la memoria es fundamental: en definitiva, la necesitamos para mantener nuestro pasado y utilizar esa información en el presente. Lo más probable es que todos los fenómenos comiencen por un cambio de naturaleza electro-fisiológica, que después va a llevar a un cambio en la bioquímica de la neurona (lo que llamamos cascada de señales) hasta llegar, en algún tiempo, a guardarla de alguna manera. Lo interesante es que cuando se trata de recuperar esa memoria no se reactiva una sola zona sino muchas.

–¿Y cómo se selecciona lo que se va a olvidar y lo que se va a recordar?

C. M. B.: –Hay que diferenciar lo que es memoria de corto plazo de lo que es memoria de largo plazo. La memoria de corto plazo es la que se adquiere inmediatamente y puede durar unas horas, y tiene la posibilidad de ir transfiriéndose a otro sistema de memoria que va a perdurar toda la vida. Antes pensábamos que esa transferencia era obligada: una de corto plazo se transformaba siempre en memoria de largo plazo. Hoy sabemos, gracias a estudios de investigadores argentinos, que esas memorias pueden estar en paralelo, y no necesariamente procesarse de manera secuencial. La de corto plazo se guarda un tiempo, porque tiene una función de inmediatez.

M.B.: –Otra cuestión que habría que señalar es la importancia del sueño en la consolidación de la memoria...

C. M. B.: –Sí. El sueño es completamente activo, no es pasivo. El sueño fue evolucionando cuando el supuesto predador encontró formas de no ser predado, y por lo tanto encontró tiempo para descansar. Por eso se encuentra sueño desde una tortuga hasta un hombre. Pero no es nada pasivo, y tiene una importancia central en el procesamiento de memoria.

–Ustedes se dedican a la memoria que, según creo yo, es la facultad central del sujeto cartesiano...

M. B.: –De hecho, a veces decimos: “Somos nuestras memorias”.

C. M. B.: –Ahí habría que hacer una aclaración. La memoria no es una función del sistema nervioso central. Es parte de un conjunto mucho más complejo de funciones que están vinculadas con la posibilidad de adquirir, retener e invocar información. No es algo distintivo, exclusivo: hay grupos que participan en el proceso de memorización, pero también se necesita la percepción y demás. Por eso la pregunta inicial es un poco inocente, porque es algo muchísimo más complejo que encontrar depósitos de memoria. Su memoria se empieza a gestar con la llegada de estímulos a sus canales sensoriales. Y hoy sabemos que incluso cuando sus canales sensoriales están muy disminuidos (si está, por ejemplo, anestesiado) puede adquirir memoria, a tal punto que esa memoria que se genera en esos estados puede condicionar la recuperación de esos pacientes. Si alguien, por ejemplo, durante la intervención quirúrgica, escucha algo vinculado con el pronóstico de su patología, lo incorpora a su memoria y después eso puede condicionar cómo evoluciona. Es una especie de trauma psicosomático. Después de esa recepción, hay que vincularla. Recién, en una clase, estaba hablando de adicciones, y ése es un fenómeno que implica aprendizaje y memoria, nocivas para el organismo. Usted dijo algo interesante cuando hablaba del sillón. Puede pasar que usted se olvide del sillón rojo en particular, pero no del concepto del sillón: usted va a saber que eso que tiene adelante le sirve para sentarse. Y ahí viene un error que se comete sistemáticamente con Funes el memorioso, el personaje de Borges. Borges nunca dijo lo que la gente dice que dijo de Funes. Lo que Funes no tiene es capacidad de discriminar, por eso tiene que memorizar continuamente. Conoce todo porque no puede hacer abstracción. Usted, en cambio, no necesita recordar el sillón en particular para tener el concepto de sillón. Esa es la diferencia entre memorioso (Funes) y memorista (usted o yo).

–Ustedes también estudian la farmacología de la memoria. Hay ciertas cosas, como las benzodiazepinas, que producen alteraciones de la memoria inmediata, ¿no?

C. M. B.: –Hay dos grandes tipos de amnesia: las anterógradas y las retrógradas. La amnesia es la pérdida de la capacidad total o parcial de recuperar o de expresar una memoria. Las que impiden que se forme una nueva memoria son las anterógradas; cuando ya está formada y algo ocurre inmediatamente después de que esa memoria se formó, se la llama retrógrada. Las benzodiazepinas tienen la característica de que si se las inyecta a alguien y después se lo somete a un proceso de aprendizaje, esa persona va a tener dificultades para aprender. Generan, por lo tanto, amnesias anterógradas. Pero está demostrado que si se administran tomando una serie de recaudos, de tal manera que puedan llegar rápido al sistema nervioso central, también pueden provocar amnesias retrógradas. Lo que es fascinante es que los mamíferos tenemos benzodiazepinas que nuestro propio organismo fabrica.

–Dijimos antes que la memoria es importante para la construcción del sujeto, o sea, que yo reconozca que yo sigo siendo yo. ¿Dónde está mi yo?

M. B.: –No sé.

C. M. B.: –Yo tampoco.

–Yo tampoco.

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Mariano Boccia y Carlos Baratti, de “Funes, el memorioso” a la conciencia del yo.
Imagen: Sandra Cartasso
 
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