Es casi tan cierto que recibir un premio es siempre una buena noticia, como que algunos son más importantes y generan más reconocimiento que otros. Ganar un crucero a Chapadmalal o una tortuga radiactiva (siempre y cuando no sea demasiado radiactiva) por destapar una botella de gaseosa es lo suficientemente satisfactorio como para producir un instante mínimo de alegría... pero también lo suficientemente intrascendente como para pasar al triste y oscuro reino del olvido en unos pocos días.

Hay premios deportivos, premios televisivos, premios de moda, premios superficiales. Y hay, también, premios un poco más consistentes, un poco más cortazarianos y muchísimo más científicos, que reconocen a los mejores investigadores del año y a las contribuciones de pequeñas y medianas empresas en la innovación y la gestión tecnológica.

Son los Premios Houssay 2006, cuyo nombre honra la gran figura del trípode (Houssay, Leloir, Milstein) de los Premios Nobel argentinos y que se consumarán mañana a las 14 horas (“estos premios son parte de la continuidad del trabajo que venimos promoviendo para incentivar la investigación científica y la aplicación tecnológica: hoy la posibilidad de tener un país autónomo, soberano, independiente y con capacidad de mejorar el nivel de vida de la gente está relacionado con estas cuestiones”, Daniel Filmus, ministro de Educación. “El objetivo es reconocer los aportes de los investigadores argentinos a la producción de nuevos conocimientos, nuevas tecnologías y a la formación de recursos humanos”, Tulio Del Bono, secretario de Ciencia y Técnica.)

Esta página, que sigilosa, subrepticia, aventurera y semanalmente refleja el trabajo también sigiloso, subrepticio, aventurero y sólido de los científicos a lo largo y a lo ancho del país, no puede dejar de estremecerse ante el hecho; tampoco puede declinar la obligación supernumeraria y moral de ofrecer una lista de las categorías (trayectoria, investigador consolidado, investigador joven e innovación productiva) y las cinco áreas del conocimiento en las que boyan: Ciencias Exactas y Naturales, Ciencias Biológicas y de la Salud, Ciencias Sociales y Humanidades, Ciencias Agrarias, de Ingenierías y de Materiales, Area de Desarrollos Tecnológicos.

La verdad es que no está nada mal. De paso, reciben medalla, diploma y un cheque por diez mil pesos para financiar un viaje a un congreso académico internacional en su especialidad. No será el millón de euros del Premio Nobel, pero pasa. Y no es cuestión de rechazarlo porque no es poco en estas devaluadas pampas.

Y desde ya, es fácil imaginarse que cuando se entreguen los premios, Bernardo Houssay, desde el paraíso (si es que la clase científica va al paraíso) apoye la entrega gritando: Evohé! Evohé!

Informe: Nicolás Olszevicki.