Miércoles, 29 de noviembre de 2006 | Hoy
En su primera aparición pública, después de su renuncia, el ex subsecretario de Tierras Luis D’Elía habló de internas dentro del Gobierno. Defendió su posición sobre Irán en la causa AMIA.
Por Martín Piqué
“El malo de la película.” El eslogan que eligió el periodista Herman Schiller para convocar a la charla-debate no podía ser más descriptivo. Bastaba con ver los afiches en las paredes de la Universidad Madres de Plaza de Mayo. Arriba, el rostro de Luis D’Elía con cara de pocos amigos. Debajo, una invitación a discutir sobre las causas que derivaron en su publicitada renuncia a la Subsecretaría de Tierras de la Nación. La convocatoria atrajo a unas cien personas que llenaron la sala principal de la planta baja. El matancero llegó a la sede de Madres en una combi de la Federación de Tierra y Vivienda. Lo acompañaban su esposa, Alicia Sánchez, y varios miembros de la FTV, como el arquitecto Rubén Pascolini, su potencial sucesor en la subsecretaría. Antes de bajarse del vehículo, D’Elía mostró a Página/12 lo que llevaba sobre la guantera. El libro Los condenados de la tierra, de Franz Fanon, y una hoja en blanco con una lista de nombres propios: “Estos son todos los que pidieron mi renuncia”. Era un anticipo de lo que vendría.
Una pequeña multitud se encontró en la puerta del auditorio de las Madres. Todos querían escuchar las primeras palabras de D’Elía luego de que el Presidente le pidiera la renuncia por solidarizarse con Irán luego de que se pidiera la captura de ocho ex funcionarios de ese país en la causa AMIA. Los que esperaban polémica no se fueron defraudados. D’Elía mencionó a los funcionarios, periodistas y dirigentes que presionaron por su renuncia (citó a Joaquín Morales Solá, Mauricio Macri, Douglas Tomkins, Mariano Grondona), criticó a La Nación y Clarín por la cobertura que hicieron sobre la toma de la Comisaría 24ª y, finalmente, habló de las diferencias que percibe dentro del Gobierno.
“Quienes hemos acompañado al Presidente con toda pasión lo seguiremos haciendo. Mucho más ahora que estamos ante una disyuntiva. Hay algunos que quieren llevar el Gobierno para el lado de Washington, los demócratas, el poder financiero internacional. Las organizaciones sociales lo queremos llevar hacia Caracas, San Pablo, La Paz, Montevideo, Managua, Quito”, dijo, agregando al bloque a los recién triunfantes Daniel Ortega en Nicaragua y Rafael Correa en Ecuador. Luego se extendería sobre esta idea, la de que el Gobierno está en disputa entre dos sectores cada vez más distanciados: una derecha y una izquierda dentro del kirchnerismo. “Entre Estados Unidos y nosotros, entre su corporación petrolera, militar, industrial o financiera, y nosotros hay una guerra a muerte”, aseguró.
La arenga inspiró a un cincuentón que estaba entre el público:
–¿Qué piensa del Presidente? Me emociona por sus decisiones en derechos humanos pero me desilusiona cuando va a la Bolsa y toca el timbre o cuando posterga la redistribución de la riqueza y la reforma impositiva.
–Sería un hipócrita si ahora hablara pestes de Kirchner. Yo siempre tuve posiciones autónomas. Quiero justicia para la AMIA pero no fabricar una causa que va a perjudicar a un pueblo que no tiene nada que ver.
La respuesta despertó otra tanda de aplausos. Lo aplaudieron Schiller, quien se diferenció de las autoridades de la comunidad judía (“Somos judíos revolucionarios”), el empresario Eduardo Slutzky; Yusuf Jalil, de la Organización Islámica Argentina, y Tilda Rabi, de la Federación Palestina Argentina. Tras los elogios, D’Elía siguió hablando de las internas del oficialismo. “A este gobierno le va a venir bien que haya izquierda y derecha. A la derecha va a haber varios ministros, varios bigotes. Y a la izquierda de Kirchner pero con Kirchner vamos a estar otros. Hasta la campanita de Wall Street, este gobierno vino mostrando una gradualidad de los hechos que va para donde nosotros queremos. O aprovechamos esta oportunidad histórica o se la llevan los grupos de poder”, aseguró.
–¿Quiénes son los que quieren llevar al Gobierno hacia Washington y los demócratas? –le preguntaron a D’Elía cuando terminó la charla.
–Los bigotes. Kirchner no tiene bigotes. Tienen una pista –contestó.
–¿No está reeditando la vieja teoría del cerco? –preguntó Página/12.
–Por ahora no es Kirchner –se limitó a responder. Y se fue como había llegado, pero con una sonrisa.
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