Martes, 7 de marzo de 2006 | Hoy
Por Julio Villar *
En momentos en que la Argentina quiere renacer y la educación es considerada, sin duda, el instrumento fundamental, creo que la universidad, con una trayectoria progresista y de vanguardia en América latina con la reforma de 1918, tiene que cumplir una gran tarea; para ello hay que multiplicarla y no es para nada difícil. El ejemplo de las nuevas universidades del conurbano y Villa María (Córdoba) es prueba de proyectos diferentes e imaginativos. Cada una de ellas, con bajos presupuestos, desarrollaron modelos exitosos.
Las nuevas universidades deberán manejar presupuestos iniciales que no tendrían por qué ser importantes. El valor intelectual en juego hace del dinero un tema menor. Es la “imaginación” lo que hace posible cualquier desafío que nos propongamos.
Los economistas hablan del “milagro asiático”. En ciencia y conocimiento no hay milagros, hay tesón y trabajo. Hay que imaginar y convocar a todos los lugares en los que hay “saberes acumulados”, crear escuelas técnicas, y carreras para este siglo. El potencial científico del Conicet y sus miles de brillantes investigadores tienen que tener acceso a la docencia sin “incompatibilidades”.
Cuando reformemos la ley universitaria, entre otras cosas, hay que liberar las restricciones a los investigadores del Conicet, de la CNEA, del Citefa, que deben ser equiparados a profesores concursados. Tenemos cuadros de primer nivel internacional que no debieran tener ningún tipo de restricción, de “incompatibilidades”, así como no la tienen en ningún lugar del mundo.
Hace casi treinta años estuve en Odello, en el sur de Francia, en un seminario sobre energía solar. Tenían un horno en un octavo piso que recibía la energía solar a través de 10 kilómetros cuadrados de espejos y trabajaban para la NASA con aleaciones a altísima temperatura. Todos los investigadores de distintos países del mundo hacían además consultorías por su cuenta. Así funciona el mundo.
Los centros regionales del Conicet deberían poder dictar carreras técnicas y universitarias en sus propias sedes, con sus propios institutos y sus propios docentes. Por ejemplo, en Puerto Madryn, el Cempat investiga energía eólica y biología marina. En Ushuaia se investiga flora y fauna marina. En Mendoza, energía solar y temas de ciencias agrarias. En Bahía Blanca, petroquímica. En Santa Fe, alimentos y temas hídricos. Estos son algunos, entre muchos temas, en los que se trabaja en relación con las universidades, pero con las limitaciones estatutarias y la ley del Conicet.
Imagino un sistema que, a partir de las reformas de la ley universitaria y del Conicet, permita liberar esas fuerzas encorsetadas por limitaciones burocráticas.
Hay muchas cosas que sabemos que se hacen en el mundo. Cuando yo era rector de la Universidad Nacional de Quilmes, creamos la carrera de Arquitectura Naval. Fui a Inglaterra, que estaba a la vanguardia en el tema, para contactar a Germán Frers (argentino), considerado uno de los mejores diseñadores del mundo. El organizó la carrera y la gente de su estudio se encargó de la docencia. El velero “Quantum 26”, hecho por los alumnos y tripulado por ellos, ganó las regatas del Río de la Plata durante años. Es sin duda un circuito virtuoso. También en Quilmes creamos la primera Universidad Virtual de América latina. Muchas de nuestras universidades nacionales realizan otros múltiples y silenciosos aportes al sistema productivo y a la sociedad.
Volviendo al planteo original, hay que hacer sinergia con los recursos, que son muchos, sobre todo los humanos. Que compitan provincias con infraestructuras, con recursos humanos, etcétera.
Es famosa la UBA de los años ’60 con Risieri Frondizi, Rolando García, Manuel Sadosky, Oscar Varsavsky, Fernández Long y otros, algunos de los cuales me distinguieron con su amistad. Ellos eran producto y creadores de una Argentina moderna. Creo que hoy, en el contexto latinoamericano y la intencionalidad política del Gobierno, tenemos una nueva oportunidad.
Mi propuesta es genérica, para provocar una discusión en el sistema científico tecnológico y las universidades; los ejemplos que señalé son al paso, son las instituciones las que deben considerar qué deben dictar: doctorados, licenciaturas, ingenierías, tecnicaturas. Ellas, que conocen sus saberes, son las que deben decidir.
También es necesario que la ley habilite crear carreras, de modo que un municipio pueda crear una carrera temática de su zona. Sólo se debe garantizar que su director tenga la idoneidad necesaria, igual que el cuerpo docente. No debe quedar condicionada la posibilidad de dictar una carrera técnica, o una ingeniería, a toda una estructura de diseño universitario. El Estado financia educación privada; deberá financiar estos emprendimientos. No serán grandes gastos y producirán una exponencial formación de cuadros para una nueva Argentina.
* Ex rector de la Universidad Tecnológica Nacional (1973-1974), ex director del Conicet, fundador y rector de la Universidad Nacional de Quilmes (1991-2003). Actualmente profesor emérito de la Universidad de Quilmes.
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