Lunes, 22 de mayo de 2006 | Hoy
Por Eduardo “Tato” Pavlovsky *
Un hijo mío hablando de las mujeres de hoy me dijo: “Papá, vos sos un moralista”. Confieso que me tocó, porque la juventud no se equivoca mucho. Me quedé pensando y descubrí (gracias a Lacan) que soy moralista. El presidente boliviano me produce mucha simpatía cuando toma medidas que había prometido en su campaña electoral. Cuando arriesga por sus ideales.
Bolivia es un país expoliado. La ley de hidrocarburos y seguramente la futura reforma agraria han provocado y van a provocar intensas respuestas de los monopolios del capital financiero internacional. El 1 por ciento de los bolivianos no tiene gas para su uso doméstico.
Cuando estuve en Santa Cruz de la Sierra, me decían que ellos eran los blancos, con un gran desarrollo industrial, y poseedores de gran cantidad de hectáreas de campo. Los bolivianos de La Paz eran los indígenas –mineros y campesinos que expresaban la otra Bolivia– y que querían separarse de ellos (de los indígenas empobrecidos).
Morales les dio dignidad, les reivindicó su humanidad y les dijo con esto que no tenían que someterse a la idea de aceptar vivir con el subdesarrollo de los recursos humanos elementales (salud-educación– vivienda y alimentación). Les propuso abandonar la subhumanidad a la que estaban sometidos.
En cierto nivel, Morales es un utópico, cree en la utopía de pensar que todos los bolivianos, sin exclusiones, merecen una vida digna.
Pero allí con la ley de hidrocarburos tocó al capitalismo internacional, burguesía paulista incluida (Aliverti) y toda la región puso el grito en el cielo contra el indio Morales y su extravagancia de concebir un Estado boliviano que fuera sólo socio de las futuras gestiones. Pero socio en serio. Socio de hacer respetar sus derechos.
Fanon decía que las burguesías nacionales, siempre socias de los grandes capitales financieros internacionales, son las que más ponen el grito en el cielo cuando se juega en Latinoamérica la dialéctica Liberación o Dependencia.
Las invasiones norteamericanas, o el apoyo incondicional a las oposiciones burguesas en contra de gobiernos populares, siempre han sido el método usado hasta hoy.
Los gobiernos “democráticos” alternativamente conservador y liberal en Venezuela expoliaron a un gran sector de la población venezolana, la misma que hoy encuentra en Chávez su representante digno y legítimo. Más no pudieron robar Andrés Pérez y sus secuaces. El enemigo hay que buscarlo adentro –así los ministros de Economía son nombrados en Latinoamérica por el Departamento de Estado norteamericano (J. Petras)–. Son sus socios imprescindibles de las burguesías nativas. La mayor oposición está adentro, esperando órdenes de afuera.
Kissinger derrumbó a Allende en Chile. Pinochet fue su socio interno.
¿Liberación y Dependencia de quién? Si los socios del carnívoro capitalismo viven en sus países ocupando cargos ministeriales.
La virtud democrática de los “gusanos” es reabrir los prostíbulos para sacar la “dictadura de Castro”.
Pedófilos del mundo. ¡Uníos!
Por eso soy Moralista. Porque su actitud heroica desnuda un poco a la burguesía nacional unida a los capitales financieros internacionales. Este indio pata sucia que no sabe nada de economía se plantó de golpe. Y ponerse en contra de Morales es develar toda la estirpe de la inmoralidad gobernante latinoamericana. Evo es un baño de frescura entre tanta mugre y corrupción.
Bienvenido Morales a Latinoamérica.
Braden o Perón era la consigna del ’45.
A no olvidarlo.
* Autor, director y actor teatral. Entre sus obras se cuentan El Señor Galindez, Potestad y La muerte de Marguerite Duras.
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