Lunes, 22 de mayo de 2006 | Hoy
EL MUNDO › VOTO POR ESTRECHO MARGEN ROMPER LA UNION CON SU VECINO
Los montenegrinos votaron en un referendo a favor de su independencia. Así, se separan las dos últimas piezas de la ex Yugoslavia.
Por Peter Popham y Vesna Peric Zimonjic *
Desde Podgorica
El último resabio de Yugoslavia se preparaba para desaparecer anoche, mientras el pueblo de Montenegro –el pequeño Estado sobre el Adriático que fue obligado a punta de pistola a entrar en un matrimonio con Serbia hace 88 años– votó a favor de terminar la unión. Los montenegrinos fueron a los centros de votación, alcanzando un número record de 86 por ciento, superando fácilmente el primer obstáculo impuesto por la Unión Europea (UE), que era una participación mínima del 50 por ciento. También se logró superar la segunda condición del bloque europeo: un apoyo pro-independentista de al menos el 55 por ciento. La incertidumbre marcó las primeras horas –las consultoras y el propio partido gubernamental anunciaban un triunfo por un muy pequeño margen– hasta que el premier montenegrino, Milo Djukanovic, declaró la victoria y la recuperación de la independencia nacional con el 55,5 por ciento de los votos.
La condición de superar el 50 por ciento fue establecida para prevenir que Montenegro se separe con el consentimiento de una pequeña mayoría. No hay un conflicto religioso o étnico con la comunidad vecina de 7,5 millones en el norte, y el pueblo de Montenegro está dividido de manera más o menos pareja en cuanto a la separación. El referendo fue la iniciativa de Milo Djukanovic, el primer ministro montenegrino de casi dos metros que se ha reinventado repetidas veces desde que llegó al poder 16 años atrás. Con el apoyo de más del 55 por ciento podrá ratificar la independencia en el Parlamento en los próximos días. Así, Montenegro podrá aspirar a convertirse en el miembro número 193 de la ONU y en el primer Estado nuevo en Europa desde Eslovaquia en 1993. La población montenegrina es de 650 mil habitantes, pero –como a ellos les gusta destacar– hay ocho Estados europeos más chicos, y dos de ellos –Luxemburgo y Malta– ya están en la UE. Y Montenegro tiene una memoria orgullosa de su pasada independencia que los motiva: durante 40 años, desde 1878 a 1918, fue un reino independiente, hasta que fue absorbido contra su voluntad dentro del reino de los serbios, croatas y eslovenos, después de la Primera Guerra Mundial.
Ahora, el gigantesco ex jugador de básquet, todavía joven con 44 años y que alguna vez fue un aliado cercano de Slobodan Milosevic, ha reavivado los sueños de soberanía de este pequeño país, dotado con la segunda población más alta del mundo, el segundo desfiladero más profundo y el último bosque virgen de Europa. Con él llegan las esperanzas de convertirse en ricos –o, al menos, mejor que en el resto de la ex Yugoslavia excepto por Eslovenia–, de superar a Serbia en la carrera para ingresar a la UE, y de convertirse una vez más en uno de los lugares costeros más deslumbrantes para vacacionar en Europa. Si Montenegro también recuperara su pintoresca capital real, Cetinje, sede de 14 deterioradas embajadas del período previo a 1918, y reinstalara la monarquía, podría convertirse en el primer rincón de los Balcanes en restaurar la vieja imagen Tintin, una tierra de elegantes vestidos y cómicos espías, montañas formidables y mullidos bigotes.
Los fantasmas más funestos ya han sido superados. En 1991, reservistas montenegrinos acompañaron al ejército yugoslavo en su descenso a Dubrovnik, la exquisita ciudad amurallada en la costa croata, y saquearon sin reservas, llevándose entre otras cosas un enorme número de barcos. Pero en el 2000, Djukanovic se reunió con el presidente croata Stipe Mesic y se disculpó “por todo el dolor y los daños infligidos por cualquier miembro del pueblo montenegrino”. Djukanovic mostró buen criterio cuando se separó de Milosevic en 1997 y, consecuentemente, se convirtió en el interlocutor favorito de los políticos británicos y estadounidenses que intentaban cerrar el ciclo de la guerra.
Gracias a su participación y a desligar a Montenegro de la responsabilidad de Serbia por la guerra, los repetidos cargos por su presunta asociación con bandas criminales extranjeras que contrabandean cigarrillos –que todavía están siendo investigados en Italia– no le han afectado mucho, ni a nivel local, ni en el exterior.
Primero comunista y luego demócrata, Djukanovic se volvió un independentista recién en el 2000, luego de que Milosevic fuera removido del poder en Belgrado. En el final de un rally reciente, una pequeña niña con un vestido nacional lo presentó con flores, acompañada por adolescentes vestidas de manera similar. “La iconografía era exactamente como la de la época de Tito”, observó un periodista local. “Incluso se despide caminando entre la multitud, igual que como lo solía hacer Tito. Es un alumno excelente.” Algunos comentadores en Podgorica –antiguamente Titograd– creen que Djukanovic ya es intocable. Como amo de su propio Estado, podría afianzar aún más esa posición.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Laura Carpineta.
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