Viernes, 28 de marzo de 2008 | Hoy
DEPORTES › DIEGO VIAJO CON EL CAMPEON MUNDIAL SEBASTIEN LOEB EN CORDOBA
Se subió al coche del mejor piloto del mundo, se bajó extasiado y, al contar su experiencia, reveló que hace veinte años casi prueba un Fórmula 1. Anoche se produjo la largada simbólica del Rally de Argentina y hoy se disputa la primera etapa.
Por Pablo Vignone
Desde Carlos Paz
“No soy fanático del fútbol, pero ¿quién no conoce a Diego Maradona?” Por un rato, el campeón del mundo de rally, el francés Sebastien Loeb, fue actor de reparto en su propia película. Horas antes de la largada simbólica del Rally de Argentina, cambió de navegante y llevó a un paseo veloz al astro, que luego le relató en detalle a Página/12 cómo es viajar al lado del piloto más eximio del planeta en ruta abierta y reveló algún secreto escondido, como cuando casi conduce él mismo un Williams de Fórmula 1.
“Ojo que a mí me gustan los fierros, tengo varios autos de gran potencia. Pero esto me pareció un sueño –cuenta Diego–. Debo ser uno de los tipos más envidiados de toda Córdoba, por el hecho de estar al lado del purasangre como este tipo, es un fenómeno.” A media mañana, embutido en un buzo rojo, con el pelo largo y la cara fresca, Maradona se montó en la butaca izquierda del bólido del campeón el mundo, un C4 de más de 300 HP y tracción en las cuatro ruedas, y se fue a recorrer un tramo de casi cinco kilómetros de tierra lavada por la lluvia, cerca de Carlos Paz.
“Me asombró la tranquilidad con la que maneja. Aceleró donde tenía que hacerlo, no se equivocó en nada y condujo con una ductilidad que sorprende y emociona. No creí que fuera tan placentero”, señala con entusiasmo sobre Loeb, campeón del mundo durante cuatro años consecutivos, entre 2004 y 2007, ganador de las últimas tres ediciones del Rally de Argentina que organiza el ACA y principal favorito a quedarse con la edición 2008 de la prueba.
“Pasamos por muchos lugares ciegos... ¡Y el tipo no aflojaba!”, sigue contando Maradona. “Pensaba ‘¡acá salimos disparados!’. Venía la curva y la contracurva y no frenaba nunca. Yo lo seguía a él más que al camino: cómo tocaba la palanca, cómo metía los cambios, cómo movía los pies. Parecía que, cuando menos veía el camino, más seguro se sentía al volante. Era... ¡como una llamarada!”
Al asegurar que “sin dudas” conduciría un auto de rally, “pero sin buscar tiempos”, Maradona revela una anécdota desconocida. “¿Sabés por qué manejaría? Me quedó una espinita clavada hace 20 años.” “En 1987, cuando jugaba en el Napoli, me ofrecieron probar un Williams de F-1, a través de un contacto argentino. ¡Me lo iban a prestar, ya estaba todo hecho! Pero no pude ir por un partido de la Copa Italia, la cosa se complicó y me quedé sin manejar el Fórmula 1.”
A Maradona no le asombra la pasión que el rally despierta entre los cordobeses (“Loeb está de acuerdo en que el rally es más pasional aquí en la Argentina que en Francia) ni la que el automovilismo genera en el país (“lo que despierta el Turismo Carretera es muy parecido a la pasión del fútbol. Está muy dentro de la gente”) y compara alguna experiencia antigua con ésta: “Una vez anduve en un TC en Buenos Aires, pero cuando llegamos a la primera curva me pegué un susto bárbaro porque parecía que íbamos derecho a chocar contra la pared. Después me di cuenta de que ellos manejan así, van al palo y saben dónde frenar, dónde tirar el rebaje. Con Loeb fue todo lo contrario. Resultó fantástico”.
Maradona estuvo en la rampa de largada, anoche, en el Paseo del Buen Pastor, en pleno centro de Córdoba, cuando el rally se puso en marcha de manera simbólica, y se marchó. “Le dije a Loeb que si va todo bien el domingo vuelvo a Córdoba a verlo ganar.” Los rivales del francés –los finlandeses Hirvonen o Latvala, el noruego Solberg, el italiano Galli– desean de buen grado que Diego tenga que quedarse en Buenos Aires.
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