Sábado, 5 de abril de 2008 | Hoy
DEPORTES › CENTRAL Y NEWELL’S SE JUEGAN MáS QUE TRES PUNTOS ESTA TARDE EN ARROYITO
El derby rosarino tiene a los dos equipos necesitados. Por eso, todos tienen temores: hasta las dos barras bravas pactaron que no hubiera incidentes para evitar una eventual quita de puntos. Los hinchas ya agotaron todas las entradas.
Por Alejo Diz
Desde Rosario
En días donde la violencia vuelve a correr por los estadios del fútbol argentino y la televisión emite en directo cada partido sin restricciones, el clásico rosarino asoma como una imagen retro de la pasión por la redonda, con hinchas agotando entradas en pocas horas, los entrenadores martirizados por el miedo a la derrota, los barras sellando un pacto de convivencia y los dirigentes preocupados por responder a la expectativa.
La versión ’08 del clásico de Rosario sale a escena con equipos sacando cuentas para ver si se salvan del descenso y la promoción. Pero que la puesta en escena esté devaluada no le interesa a nadie. Canallas y leprosos tienen un público cautivo que es masivo y muestra conductas propias a una feligresía. Es que en tan sólo dos días de expendio se agotaron los boletos para asistir al Gigante, ya sea vestido de azul y amarillo o de rojo y negro.
La demanda no sólo desbordó las boleterías, sino también a Horacio Usandizaga, presidente de Central, quien ante la explosión societaria que atraviesa su institución (superó la barrera de los 40 mil socios) debió tomar una decisión con aroma a fútbol europeo: no se venderán localidades para el que no sea socio del club. En dos días volaron de las ventanillas las 25.500 ubicaciones destinadas al local. En la vereda de enfrente, en cambio, todo se resolvió en tres horas, tiempo en que los visitantes agotaron las 8500 localidades.
Pero en Rosario también hay miedo por el clásico. Miedo en que se produzcan incidentes que le permitan a la AFA castigar a cualquiera de los clubes con quita de puntos, cachetazo (en los últimos años sólo a Newell’s le quitaron puntos ganados en la cancha) que dejaría a la víctima con la cara mirando a la B. Aunque en vez de paralizar, en Rosario el miedo moviliza. Como lo hicieron los líderes de ambas barrabravas, que pactaron no enfrentarse ni animar episodios de violencia tomando como determinación “mostrarse en todo momento en la tribuna”.
Al Vasco Usandizaga, en cambio, el miedo lo llevó a depositar toda su confianza en los encargados del operativo policial. “Va a haber más de mil policías. Tomamos todas las medidas que se pueden asumir para evitar incidentes”, apuntó el presidente auriazul.
En los entrenadores, el pavor por la derrota los libera de inhibiciones verbales, como las ofrecidas por Ricardo Caruso Lombardi, quien lo invitó a su par de Central, con una ancha sonrisa, “a empatar, así los dos seguimos con trabajo”. El tono risueño de la declaración eximió a Madelón de respuesta explícita. El entrenador de Central se concentró en armar el equipo. Y Central saldrá a la cancha con la obsesión por no perder, pisando el césped con siete jugadores (entre zagueros y volantes) de vocación defensiva.
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