La presidenta Cristina Fernández de Kirchner estuvo reunida con el gobernador de Chaco, Jorge Capitanich, y con el ex dirigente de las Ligas Agrarias Osvaldo “Quique” Lovey, quien suena como el más firme candidato para ocupar la subsecretaría de Desarrollo Agropecuario y Agricultura Familiar. La Presidenta también recibió al pingüino Carlos Paz, quien todavía tiene chances para ocupar ese cargo. La decisión se conocerá oficialmente junto con un paquete de cambios en el área.

Se sabe: al Gobierno le gusta mantener su capacidad de ofrecer anuncios sorpresa. El hombre que ocupará esa subsecretaría, que formaba parte de los reclamos de la Federación Agraria, es el único que se mantiene en reserva en Balcarce 50. Los dos candidatos que más chances tienen fueron recibidos el mismo día por la Presidenta, como para atizar el suspenso.

Uno de ellos es Carlos Paz, quien proviene del riñón del santacruceño Javier de Urquiza y ocupa hasta ahora el segundo lugar en la Secretaría de Agricultura. Fue director regional Patagonia Sur del INTA, por lo que se cuenta dentro del sector de los pingüinos.

Lovey, en cambio, es interventor el Instituto de Colonización de Chaco y trabaja en un programa para el desarrollo rural del gobierno de Capitanich, quien ayer fungió de padrino político y de invitado. En el encuentro hablaron sobre la problemática del pequeño y mediano productor chaqueño y la Presidenta le pidió que le presente ideas sobre el tema. ¿No hubo ninguna oferta? Aseguran que no, que fue sólo un encuentro para testear a los candidatos.

La designación de Lovey por el Gobierno también sería una devolución de favores para Federación Agraria, a quienes las míticas Ligas corrían por izquierda en los setenta. Con 21 años, oriundo de Machagai, Lovey llegó a ser secretario general de las Ligas, una organización de campesinos que reunía sólo en Chaco a más de 45 mil familias. Al frente de paros, piquetes de rutas y movilizaciones masivas de pequeños productores, llegó a enfrentar en un palco al dictador Alejandro Lanusse por la desaparición de una militante católica.

En abril de 1975, fue detenido mientras lideraba un paro rural contra Bunge & Born, pero fue liberado tras una manifestación masiva a la cárcel de Sáenz Peña donde lo tenían detenido. Para evitar que lo asesinaran, se internó en el monte, donde sobrevivió durante tres años, escapando de los rastrillajes de los soldados de la dictadura, que lo buscaron sin éxito.

En democracia, fue uno de los presos políticos que mantuvo el gobierno de Raúl Alfonsín. La Justicia lo liberó en 1987 y volvió a trabajar en el campo.