El canciller británico, David Miliband, le pidió al gobierno que admita sus errores y muestre más convicción para recuperar votantes que han desertado del Partido Laborista. Su evaluación cándida, que expresa la opinión de los diputados laboristas, fue hecha anoche en una reunión de los líderes de centroizquierda del mundo presididos por primera vez por Gordon Brown. El primer ministro voló de la cumbre de la Otan en Bucarest para la conferencia de los “gobiernos progresistas” sobre globalización. El movimiento fue lanzado por Bill Clinton y fue asociado con la filosofía de la “tercera vía” de Tony Blair.

Brown recibió aplausos de sus huéspedes por su trayectoria en la asistencia a Africa, pero hubo un instante molesto antes de su llegada: el logo para la cumbre de los líderes del mundo de hoy tenía un extraño parecido a la esvástica. Downing Street retiró el logo de su sitio en la web y les ordenó a los diseñadores que hicieran uno nuevo. “Sería totalmente equivocado suponer algo siniestro en las intenciones de los diseñadores”, dijo una vocera de 10 Downing Street.

Brown nunca fue un gran fanático de la “tercera vía”, pero fue defendida por Miliband, un joven veterano en estas reuniones ya que fue anteriormente el jefe de política de Blair. Miliband dijo en la cena de anoche de la conferencia en el Grove Hotel cerca de Watford: “Si somos honestos sobre las deficiencias de nuestro tiempo en funciones, la gente nos dará una segunda oportunidad y reconocerá los éxitos”. Añadió: “Durante la última década, la gente ha disfrutado de más riqueza y libertad personal, pero están más inseguros por el crimen, la inmigración, el terrorismo y los cambios climáticos y tiene menos fe en las soluciones tradicionales del gobierno para manejar esos problemas colectivos. La respuesta no es pragmatismo sino convicción”.

Miliband dijo que el laborismo debería combinar dos tradiciones de pensamiento progresivo y la creencia de los socialdemócratas en la justicia a través de la acción del Estado con planes radicales liberales para poner el poder más cerca del pueblo. Insistió en que los valores laboristas eran relevantes, pero dijo que los peligros eran “la desconexión, el anquilosamiento y el pragmatismo por sobre la convicción”. Las pérdidas del centroizquierda en Suecia, Alemania y los Países Bajos mostraban que la reforma podía ser robada por otros partidos, advirtió.

En la conferencia de ayer, protagonizada por el think tank Policy Networks, Brown compartió la plataforma con Kevin Rudd, el primer ministro de Australia; Michelle Bachelet, presidenta de Chile, y Helen Clark, primera ministra de Nueva Zelanda. La presidenta chilena asistió además a una audiencia de una hora con la reina Isabel en el castillo de Windsor. Brown dijo que era optimista sobre el futuro del centroizquierda, pero aceptaba que el laborismo necesitaba “actualizar nuestra agenda interna” y forjar una nueva agenda internacional. “Las instituciones globales que tenemos no pueden hacerles frente a los de-safíos de nuestro tiempo y deben rediseñarse”, señaló.

También estaban presentes Thabo Mbeki, presidente de Sudáfrica; el canciller austríaco, Alfred Gusenbauer; Dimitris Christofias, presidente de Chipre; John Kufuor, presidente de Ghana; Romano Prodi, primer ministro italiano; Ellen Johnson-Sirleaf, presidenta de Liberia; Gediminas Kirkilas, primer ministro de Lituania; Jens Stoltenberg, primer ministro de Noruega, y Robert Fico, primer ministro de Eslovaquia.

Peter Mandelson, el comisionado de Comercio Europeo de Gran Bretaña, dijo que el público era escéptico sobre la globalización aun cuanto sus beneficios eran claros. “Esta atmósfera general está formada por una crisis financiera de mercado, una probable recesión en Estados Unidos y el desagradable espectáculo de algunos disfrutando de grandes dividendos mientras otros no llegan a pagar las cuotas de sus hogares.

* De The Independent, de Gran Bretaña. Especial para Página/12. Traducción: Celita Doyhambéhère.