Miércoles, 17 de diciembre de 2008 | Hoy
DEPORTES › EL PODER DETRAS DEL PODER EN SAN LORENZO
Se llama Héctor Viesca y cumple las tareas de las que el presidente Rafael Savino prefiere no hacerse cargo. Está enfrentado con los hinchas que no se disciplinan, quienes lo califican de “intolerante”.
Por Gustavo Veiga
En San Lorenzo, el poder detrás del poder le pertenece a Héctor Viesca. Cuando la posibilidad de salir campeón tambaleaba en aquella racha negativa que lo alejaba de Boca, el intendente del club salió a enfrentar a los socios organizados, los periodistas partidarios críticos y a todos los que considerara agoreros. En Boedo y su zona de influencia, se sabe que el presidente Rafael Savino no se ensucia en el barro. Para cumplir las tareas desagradables está él, Viesca, un comerciante que vende lavandinas, que fue militante del peronismo y hoy ocupa un cargo que las demás instituciones no contemplan dentro de su comisión directiva.
Ser intendente en cualquier otro club significa hacerse cargo de cuestiones operativas, como ocuparse de que los vestuarios estén en condiciones o que no falte agua caliente en invierno. Ese puesto es rentado y, por lo general, le pertenece a un empleado jerárquico todoterreno. En San Lorenzo el intendente es uno más en la comisión directiva. Su función no es remunerada, al menos en los papeles.
Viesca, el hombre que en los hechos es la segunda jerarquía en San Lorenzo, tiene una larga trayectoria en la institución. Y su consecuente fidelidad a Savino le permitió hacerse del poder que tiene hoy. Ya en 1985 y cuando Fernando Miele se perfilaba como el dirigente que sería en los años ’90 (hacedor del Nuevo Gasómetro y mimetizado en el paisaje menemista entre los dirigentes más obsecuentes del político riojano), el intendente ingresaba a la comisión directiva como vocal por la minoría opositora. Incluso, recuerdan los memoriosos, se opuso a la construcción de esa mole de cemento que le devolvió una porción considerable de su identidad a San Lorenzo.
Años más tarde, Viesca se transformó en protesorero de la lista que ganó las elecciones en 2001 con el presidente Guil a la cabeza. Y cuando el empresario, dueño de la cadena de hipermercados Norte, se alejó del club después de sanear las arruinadas finanzas que había dejado Miele, siguió muy cerca de Savino. Nunca descuidó la relación. El actual es su segundo mandato como intendente. Un mandato que ejerce haciendo sentir su poder, que es muy grande.
A Viesca le resulta incómoda la gente que no se disciplina a sus directivas. La Subcomisión del Hincha que en San Lorenzo tiene una participación ostensible y divulga sus acciones mediante un servicio de prensa bien aceitado, es muy crítica con el poder detrás de Savino y hasta cuestiona al mismo presidente. Sus reuniones son abiertas, juntan a socios e hinchas y en ellas tiene predicamento Claudio De Simone, alias “el Chino”, un ex miembro de la barra. En el grupo, al intendente lo perciben como un personaje “intolerante” que tomó San Lorenzo como si fuera su patio trasero.
Un ejemplo reciente de la distancia que separa a Viesca de la subcomisión lo dio cuando obligó a sus integrantes a sacar una bandera que pide por el retorno a Boedo, la tierra santa. Se la vio por última vez en el partido como local ante San Martín de Tucumán. Y le atribuyó la discutible condición de “mufa” porque su aparición coincidió con algunos encuentros de la racha negativa. La autonomía con que organizan sus actividades estos hinchas también fastidia al intendente. Como lo perturban los periodistas que cubren la agenda del plantel cuando los resultados no acompañan.
Viesca ya había demostrado tener pocas pulgas cuando San Lorenzo perdió con Estudiantes 1-0 y empujó a un periodista después del partido. Al repetirse la derrota con Racing en Avellaneda, volvió a increpar a los cronistas partidarios en el vestuario y los desafió a cuestionar al equipo tras la goleada 4-1 a Huracán en el clásico.
Su imagen en San Lorenzo es negativa y preserva un tanto la de Savino, más volcado a las cuestiones diplomáticas, la AFA y el plantel profesional. En este club que se encaminaba al título en el primer tramo del torneo, que después decayó hasta quedar alejado de la punta y que tuvo un sprint final para recuperarse y llegar al triangular decisivo, el intendente es como un jefe de gobierno paralelo. Y quizá, si San Lorenzo sale campeón, ya sepa a quiénes dedicarles el eventual título.
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