Jueves, 24 de diciembre de 2009 | Hoy
DEPORTES › LA SELECCIóN ARGENTINA, PARTIDA AL MEDIO POR LA POLéMICA
El último cruce entre Alejandro Mancuso, ayudante de campo de Diego Maradona, y Carlos Bilardo, que prometió “no callarse más”, no augura un pronóstico positivo a cinco meses y medio del arranque del Mundial de Sudáfrica.
Las internas en el cuerpo técnico de la Selección Argentina ya ni siquiera se intentan disimular. Todo lo contrario. Parece que la idea es exponerlas en público, para ver qué protagonista tiene más poder de fuego, para mostrar el impacto de cada una de sus palabras en los medios. De otra manera no se entiende la dureza con que el manager, Carlos Bilardo, le respondió al ayudante de campo de Diego Maradona, Alejandro Mancuso, que lo había atacado un día antes, con igual virulencia en una entrevista. Y el ex técnico hasta le puso fecha y lugar al próximo round: el lunes 28, en su programa radial, aclarará el “tema Mancuso (sic)”. En medio de esta lucha de poder, se encuentra un equipo sin rumbo, que no muestra signos de identidad y que ni siquiera sabe con certeza con qué base de jugadores cuenta.
“Me comí un año callado, ahora no me callo más. Al que me habla mal, lo mato, entre comillas (sic)”, disparó Bilardo hace dos días, cuando salió al cruce de las declaraciones de Mancuso, que había dicho que de Bilardo lo separaban muchas cosas y no sólo futbolísticas. Lo que el manager no notó, o tal vez no quiso notar, es que las palabras del principal ayudante de Maradona y su mano derecha en este proceso no pudieron salir a la luz sin, al menos, el conocimiento del entrenador. Porque por más que Bilardo asegura que con Maradona se dicen “todo cara a cara”, los dichos de Mancuso revelan un mensaje mucho más profundo que la enemistad que los pueda unir.
Según Bilardo, Mancuso apuesta a dividir su unidad con Maradona. Lo que no advierte el manager es que esa unión ya es inexistente, algo que quedó expuesto durante las Eliminatorias, cuando el entrenador repetía que todos los problemas con el manager los tenía guardados en su “disco rígido”. Luego, la clasificación en Uruguay, el abrazo en el medio del Centenario y el posterior exabrupto de Maradona contra la prensa taparon la apertura del famoso disco rígido, aunque los problemas lejos estuvieron de solucionarse, más allá de que Maradona logró desembarazarse de Miguel Angel Lemme, el hombre que Bilardo había impuesto en el cuerpo técnico. “No puede venir un tercero, que no tiene nada que ver en este baile nuestro de cuarenta años de luchar contra el mundo, y decir esto, esto y esto”, señaló esta versión quijotesca de Bilardo.
Pero lo peor de toda esta pelea estéril es que la Selección parece inmersa en esas dudas. Con ochenta jugadores convocados en un año, muchos de ellos sin estabilidad ni proyección en sus clubes, el equipo de Maradona no tiene en claro una línea de juego. Quizás es el momento de escoger a los mejores de ese grupo y comenzar a ensamblar una formación. Así cierra un año muy oscuro, en el que lo único rescatable resultó la clasificación, que se logró de manera casi milagrosa, con aquel inolvidable gol de Martín Palermo ante Perú y el tanto del triunfo de Mario Bolatti frente a Uruguay, en el estadio Centenario.
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