Miércoles, 19 de mayo de 2010 | Hoy
DEPORTES › OPINIóN
Por Jorge Eines *
Mis amigos juegan en toda la cancha. Desde la filosofía al fútbol, desde Gregorio Kaminsky a Angel Cappa. Cuando el primero me habla de Spinoza descubro que la pregunta es “¿qué es lo que puede un cuerpo?”. Cuando el segundo me habla de fútbol entiendo que el cuerpo se hace geografía y una pelota es el compañero de viaje.
La presencia de Cappa en River me obliga una vez más a preguntarme dónde estoy. Me escapo de mis escenarios naturales con actores de carne y hueso y me acerco a esos otros donde no cabe el miedo escénico. Esas praderas donde corren mis caballos de la infancia cuando Raúl Bernao me hacía levantar la mirada hacia los dioses mientras él aguardaba el regreso de Marzolini para intentar una nueva gambeta.
No me pasa muchas veces. La mirada se me ha vuelto terrenal y aunque vivo en España, y Guardiola y Messi me llevan de viaje por el éxtasis, no acabo de creerme que se puede jugar como uno piensa. Yo sigo pensando en argentino y el regate nunca será una gambeta ni el portero del Real Madrid será un arquero tan grande como Amadeo Carrizo.
Con los años he consolidado una filosofía, y si a usted no le gusta, no tengo otra. Mis actores actúan como ensayan y me gusta que los futbolistas jueguen como se entrenan.
Me ilusiona la ilusión por ser coherente y con el fútbol y el teatro ocurre lo mismo. Hay que ir hasta el final. Los goles se merecen aunque no se consigan.
No dejemos que nadie nos diga en qué consiste la amistad ni que nadie nos convenza de que se puede ganar sin jugar bien.
Entre la filosofía y el fútbol no hay nada que los separe.
Después de todo, las líneas paralelas no se cruzan porque no puedan, sino porque no tienen ganas.
Entre los goles y la ética hay un acuerdo eterno. Menos mal.
* Director teatral radicado en España.
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.