DEPORTES

La jungla de los medios

 Por Emanuel Respighi

OK, dejemos de lado la excitación futbolera que suele captar toda nuestra atención cada cuatro años y confesémoslo de una vez: el Mundial de Sudáfrica es un bodrio insoportable. Y no uno cualquiera: salvo contados lesionados, están presentes todas las estrellas que el marketing de la pelota mediática se encarga cada fin de semana de erigir como “fenómenos”, de esos que el futbolero informado conoce a qué países representan pero no de qué planeta vinieron. Sin embargo, al menos en esta somnolienta primera ronda, la ilusión que nos invade cada nuevo amanecer, luego de reprogramar/cancelar/acomodar (tache lo que no corresponda) todo tipo de obligaciones y compromisos diarios para ver los partidos, se desvanece cada vez con mayor naturalidad a medida que las selecciones muestran su juego (más parecido a una partida de ajedrez que a uno de fútbol).

Si lo que se vio del primer Mundial en continente africano reafirma el concepto arrastrado de Corea-Japón 2002 y de Alemania 2006, acerca de que el apego a la táctica venció holgadamente a la técnica y a la dinámica de lo impensado que hace de jugadores del montón auténticos cracks, es oportuno señalar que no todo está perdido para el futbolero televisivo. Es que la otra confirmación de este Mundial es que Diego Latorre es uno de los pocos –si no el único– ex futbolista devenido en comentarista que suma un inédito atractivo a una transmisión. Combinando en el micrófono su experiencia de tipo que transitó largamente el vestuario y su consabida calidad como futbolista, en boca de Latorre –como analista principal de la cobertura de Canal 7– la técnica tiene un lugar reservado en este Mundial.

Así como hay cuestiones tácticas que un periodista con conocimiento visual futbolero puede analizar con cierto dominio, hay otras –como la técnica que utilizó el bafanna bafana Tshalababa para que la pelota no se elevara en el gol que le marcó a México, o como el aspecto psicológico de un error condiciona el comportamiento posterior de un jugador– que sólo aquellos que alguna vez dibujaron una gambeta en el fútbol profesional pueden explicar con conocimiento de causa. Y son muy pocos los ex futbolistas que lo pueden expresar con claridad y síntesis como lo hace Latorre.

Gracias a Gambetita, en el mundial del HD y las multicámaras, una imagen no vale más que mil palabras.

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