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Con esta Eurocopa 2012, por primera vez un territorio ubicado tras la legendaria Cortina de Acero recibe un acontecimiento futbolístico de esta magnitud. Cuando la UEFA designó en 2007 a Polonia y Ucrania como coorganizadores del torneo, se vio al encargo como una magnífica ocasión para modernizar en ambos países la anticuada infraestructura resabio de la era soviética. Cinco años después, al menos en Ucrania, los resultados son discutibles.

En aquel momento, el gobierno ucraniano presupuestó un gasto de mil millones de dólares para recibir 16 partidos. El gasto se multiplicó por diez en cinco años. Diez mil millones de dólares para 16 partidos parecen una exageración teniendo en cuenta que, para organizar los Juegos Olímpicos, Londres se ajustó a un presupuesto de 16 mil millones, para albergar más de 10 mil atletas de 39 disciplinas competitivas en 26 deportes.

En Ucrania, un país de 46 millones de habitantes y un ingreso per cápita de 7200 dólares, se construyeron para la Eurocopa dos mil kilómetros de caminos, se duplicó la capacidad aeroportuaria de las cuatro subsedes y se remodelaron los estadios. Pero a un costo brutal: la remodelación del Olímpico de Kiev costó 600 millones de dólares, 160 millones más que la construcción del Allianz Arena de Munich (donde se jugó la final de la Champions League), que tiene la misma capacidad.

Según Mark Rachkevych, del Correo de Kiev, a fines de marzo había 110 causas judiciales abiertas relacionadas con los procesos de construcción y remodelación. “Una investigación periodística descubrió que diez bancos de madera para una estación de tren en Kharkov costaron 80 mil dólares. Otra, que Donetsk compró diez baños químicos por 50 mil dólares cada uno. Unos 18,5 millones se gastaron para erigir un helipuerto completo, a 150 kilómetros al sur de Kiev”, escribió Rachkevych.

Todo se encarece en Ucrania. “Hay gente que compró entradas por 30 euros, pero con el hotel y el avión termina subiendo a 800 euros”, admitió el titular de la UEFA, Michel Platini, quien, acorralado, elige destacar “el salto de tres décadas” que a su criterio dieron los dos países con la organización de la Eurocopa. Más le vale: fue el responsable de la decisión.