Messi fue a recibir el centro de Di María y, con un puntazo de derecha, vulneró la resistencia de Muslera.
Imagen: Télam.

A pesar de que no fue una de las mejores producciones colectivas, las apariciones de Lionel Messi provocaron que Argentina derrotara a Uruguay para permanecer en lo alto de la tabla de las Eliminatorias. La estrella del equipo fue decisiva nuevamente para destrabar un duelo áspero y de mucha fricción. Dos goles y una asistencia previa al segundo fueron demasiado para el rival.

La propuesta argentina de volver a presentar tres delanteros era el punto de atracción en el encuentro. En ese sentido, los visitantes también salieron a jugar con una propuesta audaz, por la presencia de Cavani, Suárez y Forlán. Pero a medida que fueron pasando los minutos, sólo el seleccionado local era el que intentaba explotar ese caudal.

La pelota no llegaba con pulcritud a los metros finales debido a que los mediocampistas no lograban trasladarla con precisión. Entre Gago y Mascherano se repartían la tarea de cortar el circuito de los uruguayos, y Di María era el que se desprendía con más frecuencia por la franja izquierda. Precisamente, cuando el rosarino combinó bien con Messi, terminó provocando la primera llegada de riesgo, y el remate fue atrapado por Muslera. Enseguida, el arquero se anticipó ante Agüero, que entraba solo.

Argentina comenzó a jugar en el campo uruguayo llegando a los 20 minutos, y de esa manera se fue adueñando de la iniciativa. Messi fue apareciendo por la derecha, en esa jugada habitual que supera rivales y termina cruzando el tiro. En una de ellas, en una gran acción individual, sacó el zurdazo y la pelota se fue apenas arriba. Más tarde, el rosarino ejecutó un tiro libre y Muslera se tuvo que exigir para sacarla al corner. Cuando pasó ese momento de presión de Argentina, los uruguayos intentaron salir del asedio con más fuerza que fútbol, y se acercaron a Romero, pero sin exigirlo con seriedad. Una de las llegadas la protagonizó Cavani, que probó desde afuera y se fue cerca del palo. El recurso que utilizaron ambos fue el remate de media distancia, pero ninguno estuvo preciso con el arco rival.

La segunda parte comenzó muy deslucida, y los golpes al rival iban dominando la escena. Una de las jugadas más polémicas fue una entrada fuerte de Lugano sobre Romero por la disputa de la pelota, que el árbitro sólo sancionó con una tarjeta amarilla cuando el uruguayo merecía la expulsión.

Argentina llegó a través de una acción detenida ejecutada por Messi, y Garay estuvo cerca, pero la tiró muy alta. Después, Higuaín apareció por derecha, pero definió muy mal. La monotonía dominaba el partido hasta que apareció Messi para cambiar el rumbo. El inició la jugada en la mitad de la cancha habilitando a Di María, que se desprendió por la izquierda y tocó al centro para Messi, que estaba ahí para convertir con un toque de derecha anticipándose a Muslera.

Messi volvió a intervenir con decisión en una excelente jugada con Di María, y Agüero convirtió llegando por el medio. La fiesta fue total cuando el propio Messi marcó el tercero, de tiro libre, al ejecutar la pelota por abajo de la barrera, que eligió saltar. Así se cerró una gran noche del capitán.