El mejor sorteo posible. Así se lo puede catalogar al fixture que le tocó a la Selección Argentina en la ceremonia de ayer en Costa do Sauípe, por la jerarquía de sus adversarios y por las sedes en las que deberá enfrentarlos. Incluso, el cruce de octavos de final tampoco se aventura tan complicado y recién en los cuartos llegaría un enfrentamiento con un rival de primera categoría.

Puede que sea por cábala, pero es mucho más probable que por convicción, en los días previos Alejandro Sabella se mostraba más preocupado por la sede de los partidos que por los rivales. Al ser el primer Mundial que se disputará en los dos hemisferios, la idea fija del entrenador argentino era evitar encuentros en las sedes del norte brasileño, con calor veraniego. Y el grupo que garantizaba eso era el F, justo en el que apareció la bolilla de Argentina. Superado el factor clima, el sorteo de los rivales también resultó más que benévolo: Bosnia, debutante en mundiales y un rival al que el conjunto de Sabella venció en su última presentación sin Lionel Messi; Nigeria, un viejo conocido al que ya superó en las fases de grupo de Estados Unidos 1994, Corea y Japón 2002 y Sudáfrica 2010; e Irán, una selección que jugará el cuarto Mundial de su historia, apenas ganó un partido y obtuvo dos empates en nueve encuentros. Casi que a pedido...

Tan favorable resultó el sorteo que el propio Sabella, siempre mesurado y equilibrado, dejó en claro que era el grupo de sus sueños: no bien se conocieron la sede y los adversarios, en una entrevista con DirecTV, el entrenador reconoció que había escrito en un papel esos tres rivales, aunque no quiso admitir si era un pálpito o un deseo, porque no le gusta verse al otro día en la tapa de los diarios. A pesar de la ambigüedad, su satisfacción era indisimulable. No hace falta ser muy lúcido para darse cuenta de que el grado de dificultad es similar al del Mundial pasado (Nigeria, Corea del Sur, Grecia) y mucho más fácil que los dos anteriores (Nigeria, Inglaterra y Suecia en 2002 y Costa de Marfil, Serbia y Montenegro y Holanda en 2006).

Pero no sólo el camino en la primera fase es sencillo. Si se cumple la lógica y Argentina se adjudica el Grupo F, su rival en los octavos de final será el segundo de la zona que integran Francia, Ecuador, Suiza y Honduras. Y en el supuesto caso de que termine segundo, el adversario en esa instancia será el ganador de esa zona. Nada que asuste, sobre todo si se lo compara con Brasil, que en caso de ganar su grupo, en los octavos de final lo esperarán España, Holanda o eventualmente Chile.

Como ganador de grupo, el cruce de cuartos de final sería ante rivales que provengan de las zonas G y H. En ese caso, el segundo del G podría ser Portugal o Alemania, más allá de alguna sorpresa que puedan provocar Ghana o Estados Unidos, mientras que el primero del H saldría de Bélgica y Rusia, suponiendo que no deberían tener inconvenientes en superar a Argelia y Corea del Sur. En caso de terminar segundo, los posibles rivales serían los mismos, con la salvedad de que el cruce se daría con el primero del G y el segundo del H.

Si Messi y compañía superan esa instancia, algo que no se consigue desde Italia ’90, ya no hay lugar para ninguna especulación. Sin embargo, con Brasil siempre se puede hacer una excepción: si los dos ganan sus grupos o son segundos, el eventual cruce sería en semifinales. En cambio, la final soñada en el Maracaná sólo se podría dar si alguno de los dos queda segundo en su zona.