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“¿Cómo se arregla esto?”
Por Diego Bonadeo
Sería innecesario, por obvio y conocido, por lo menos para la sociedad futbolera, recorrer los dichos, los hechos, los testimonios, en fin, todo lo que en las últimas semanas –y por qué no, meses– tuvieron como epicentro la supuesta invulnerabilidad de este Boca 2003.
Sin embargo, no estaría mal analizar en qué contexto dichos, hechos, testimonios y demás aparecieron a la luz, como para que en menos de una semana –pérdida de invicto con Newell’s y empate con el depreciado Independiente mediante– pareciera que todo para Boca se ha vuelto incertidumbre, como si el fútbol tuviera las certezas que pretenden los gurúes del “uno + uno = dos”.
Y todo mientras los equipos que alternativamente se le acercan a Boca –ahora San Lorenzo, antes Quilmes, los de Rosario, River– pierden puntos entre ellos y con otros, como “jugando para Boca”, en medio de una previsible mediocridad, pese a los esfuerzos de los vendedores del pescado por mensajear “un torneo apasionante”.
Habrá que ver no solamente qué quiere decir apasionante para este caso sino también si no será la ya puntualizada incertidumbre, lo que confunden intencionalmente los adjudicatarios de las tiendas del mercado persa, que vocean obscenamente desde la tele y la radio las ofertas berretas de un juego viciado por casi todo lo que lo enmarca.
Las fechas que quedan presagian de todo menos transparencia. Ojalá uno se equivoque, pero como casi siempre a mes y medio largo del final del campeonato, ya empiezan las conjeturas en cuanto a visitas subrepticias a entrenamientos, concentraciones y oficinas de falsos influyentes o emisarios –a veces no tan falsos, no tan influyentes y no tan emisarios– con el común denominador de: “¿Cómo se arregla esto?”. Como si hubiera, o mejor dicho si debiera haber, alguna otra manera de “arreglar esto” que no fuera once contra once.