DEPORTES › DERROTO AL RUSO ALEX MAHMUTOV Y RETUVO EL TITULO
Narváez, sabia contundencia
Por Daniel Guiñazú
En su pelea a priori más difícil, Omar Narváez produjo su mejor actuación. El chubutense retuvo por quinta vez su título mundial de los moscas de la OMB al vencer por nocaut técnico al comienzo del 11º round al ruso Alexander Mahmutov y no sólo eso: también remontó un desarrollo complicado que anunciaba una posible derrota. Narváez puso sobre el ring del Palacio de los Deportes Marcel Cerdan de Levallois, Francia, un cóctel de calidad, inteligencia, carácter y contundencia.
Había sido dicho en la previa: Mahmutov (50,500 kg) era un rival exigente. Pero la clave de todo pasaba por cómo estuviera Narváez, en lo físico, en lo técnico y en lo psicológico. Y Narváez (50,800 kg) estuvo estupendo. Mejor aún que cuando arrasó en el Luna Park al mexicano Everardo Morales, porque el ruso le demandó mayores y mejores respuestas. En los tres primeros asaltos, el hasta ayer campeón europeo de los moscas sacó ventajas a partir de su velocidad y de una derecha recta, profunda y poderosa. Narváez parecía sorprendido: pensaba dejarlo venir a Mahmutov para contraatacarlo con su izquierda y sólo se cumplía la primera parte del plan: el ruso llegaba a fondo. Pero el chubutense no podía ni rozarlo.
Y Narváez cambió. Del cuarto en adelante, se sacudió su pasividad y empezó a achicar las distancias, jugándose sus chances a la pelea corta. Y le salió bien porque hizo todo bien. Empezó a dominar el ring con el avance de sus piernas, se le acercó a Mahmutov para quitarle espacios a su derecha larga y con sus ganchos de izquierda repartidos al cuerpo y a la cabeza, recuperó rápido el terreno perdido.
Al final del 6º round, la pelea estaba empatada y servida para aquel que tuviera el talento y las energías necesarias para hacer prevalecer su esquema. Y ése fue Narváez. El chubutense insistió en lo suyo en la misma medida que Mahmutov fue decayendo, carcomido por los ganchos al hígado que le fueron restando movilidad. “Por adentro, pegale por adentro” le gritaba desde el rincón Carlos Tello. Y Narváez le hizo caso a su entrenador. El castigo que le aplicó a Mahmutov por línea interna fue demoledor y en el 9º round dio resultados: dos veces el ruso hincó su rodilla en la lona.
Y el final llegó al término del 10º round. Narváez lo corrió a golpes y Mahmutov aguantó hasta el límite de sus fuerzas. Cuando llegó a su rincón, se desplomó agotado en el banquito y dijo que ya no quería seguir, que no tenía sentido seguir acumulando castigo. Narváez levantó su mirada y se dio cuenta de que seguía siendo campeón del mundo y que se mantenía invicto en 17 peleas. Había regado el ring con sudor y clase. Había dado vuelta una pelea enrevesada con calidad y coraje. Había demostrado otra vez que, en esta etapa del boxeo argentino, no hay nadie mejor que él.