DEPORTES › A PROPóSITO DEL RESTABLECIMIENTO DE LAS RELACIONES ENTRE CUBA Y ESTADOS UNIDOS

Cuando el deporte sirve a la diplomacia

El béisbol, el básquetbol de la NBA y el fútbol se han revelado como herramientas muy valederas para ayudar a la distensión y encontrar un camino que supere el bloqueo contra el país centroamericano.

 Por Gustavo Veiga

El deporte suele ir más rápido que la diplomacia cuando de acercar a dos países se trata. La historia muestra ejemplos de sobra. Ahora acaba de sumar otra página con el pedido que le hicieron las Grandes Ligas del Béisbol de Estados Unidos a su gobierno para contratar a peloteros cubanos. El bloqueo a la isla lo impide, pero parece ir camino al fracaso. Esta noticia que llegó casi con la Nochebuena no hizo punta pero ratifica la tendencia del 2015 que se va. Este año, en La Habana jugó el Cosmos de Nueva York contra el seleccionado de fútbol local, figuras de la NBA participaron de un campamento para jóvenes basquetbolistas y ese tipo de contactos son estimulados por el Programa del Departamento de Estado de Estados Unidos llamado Sports United. El deporte es una herramienta formidable para avanzar en el deshielo y lo ratifica el acercamiento que destacan las dos partes. Ben Rhodes, asesor adjunto de Seguridad Nacional para Comunicaciones Estratégicas del presidente Barack Obama, dijo que el béisbol “puede ayudar” y el hijo de Fidel y vicepresidente de la Federación Cubana de ese deporte, Antonio Castro Soto del Valle, señaló que “necesitamos avanzar, la pelota nos ayuda a hacerlo”.

El restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba abrió un campo fértil de intercambios que empezó con la NBA. Fue la primera liga profesional que desembarcó en la isla. En abril estuvieron tres figuras ya retiradas, Dikembe Mutombo, Steve Nash y la jugadora Ticha Penicheiro, ex WNBA –el equivalente femenino a la NBA– dando una clínica. El primero, de origen congoleño, comentó: “Nuestro trabajo es esparcirnos por el mundo. He estado en aproximadamente 220 países y nos preguntamos por qué no Cuba. Nuestro viaje es histórico y estamos contentos de haber abierto este puente para desarrollar el baloncesto”.

Al básquetbol le siguió el fútbol, en junio, con un partido entre el Cosmos y la selección local. Golearon 4 a 1 los profesionales llegados desde Nueva York en el estadio Pedro Marrero de La Habana. El histórico amistoso tuvo dos figuras internacionales en la cancha. Uno, el español Raúl como jugador (en noviembre se retiró del fútbol como campeón en la Liga de EE.UU. con 38 años). El otro, Pelé, acompañó desde las tribunas. Unas veinte mil personas siguieron el juego que ya estaba sentenciado en el primer tiempo con un parcial de 4 a 0 para los visitantes. La última visita de un club estadounidense a Cuba había sido en 1978. La hizo el Chicago Sting, que desapareció en 1988.

Si bien el fútbol elevó muchísimo su popularidad entre los cubanos, el béisbol es el deporte número uno. Además, y como dijo en la semana que pasó un funcionario de EE.UU., “tiene un significado cultural único para Estados Unidos y Cuba”. Las Grandes Ligas acordaron recibir por derechos de transmisión de las cadenas Fox, Espn y TBS 12.400 millones de dólares por los próximos ocho años (2014-2021). A razón de 51 millones anuales por equipo. Con ese poderío sideral, el mercado cubano es una tentación para la MLB, que se ha enriquecido durante décadas del nivel de peloteros cubanos que desertaban hacia Estados Unidos.

Con el objetivo de sacar provecho de las condiciones de legalidad que habilita la nueva política diplomática, el béisbol profesional le hizo un pedido formal al gobierno de Obama para que pueda contratar peloteros cubanos. La respuesta la tiene un organismo que se llama OFAC (Oficina de Activos Extranjeros de Estados Unidos). Con ansiedad, se esperan sus próximos pasos en Cuba. “Los fans lo quieren. Los jugadores lo quieren. Tenemos que ver. Cualquier cosa que hagamos para hacer crecer el juego es algo que nos excita”, dijo Castro, el hijo de Fidel y uno de los principales impulsores del intercambio. “Pensamos en el tráfico humano. Nosotros y las Grandes Ligas necesitamos pensar en todo para construir una relación normal”, agregó este cirujano ortopédico que recibió a una delegación de la MLB en La Habana a mediados de diciembre.

Hubo conferencia de prensa en el histórico hotel Nacional. El vicepresidente ejecutivo de las Grandes Ligas, Don Halem, declaró que era una meta para su organización “la participación segura y legal de los cubanos en la MLB. Esto requiere cooperación del gobierno de Estados Unidos y del cubano, pero esperamos hacerlo”. Un periodista cubano lo incomodó con una pregunta sobre una vieja deuda de su organización con Cuba. Respondió que eso era parte de un problema legal y que no podía contestar.

Se refería a que EE.UU. retiene 2.300.000 dólares que las selecciones cubanas de béisbol ganaron por participar en las ediciones mundiales de ese deporte en 2009 y 2013. En 2006, unos años antes, Fidel Castro había respondido con el gesto contrario: anunció la donación de los ingresos obtenidos en la primera liga mundial de 2005 a las víctimas del huracán Katrina que devastó Nueva Orleans.

En la rueda de prensa se encontraba Tony Clark, presidente del sindicato de jugadores de la MLB, que le donó 200.000 dólares a la Federación Cubana de Béisbol. El año próximo, el equipo de Tampa Bay jugará dos partidos de exhibición contra uno cubano. Estos avances en materia deportiva hubieran sido impensados antes de que los dos países restablecieran relaciones diplomáticas el 17 de diciembre del 2014. El deporte se adelantó a la apertura de embajadas y puede que mejore la calidad del nuevo vínculo si se esfuman ciertas asimetrías.

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Dikembe Mutombo, una ex estrella de la NBA, estuvo en Cuba dictando clínicas de básquet.
 
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