Boca avanzó a las semifinales de la Copa Libertadores y los hinchas se fueron de la Bombonera con la alegría lógica del resultado, un 4-3 en unos penales que fueron para el infarto, pero también con el sabor amargo por lo producido por el equipo frente a Nacional de Montevideo a lo largo de los 90 minutos. Los uruguayos comenzaron ganando gracias a un gol en contra del Cata Díaz, a los 20 minutos, y los locales empataron recién a los 72, con un golazo del chico Pavón, que festejó sacándose la camiseta y se ganó la segunda amarilla y se fue expulsado.

El pasaje a las semifinales –el rival será el ganador entre Pumas e Independiente del Valle (1-2 en la ida)– en el bolsillo y el parate que se viene por la Copa América Centenario, le servirá seguramente a Boca para reemplantearse algunas cuestiones fútbolísticas que anoche, cuando las cosas no parecían darse bien para el equipo de Guillermo Barros Schelotto, encendían luces de alarma en todas las líneas. Boca jugó mal anoche. Le costó generar situaciones claras de gol, no supo cómo hacer para cambiar ritmos y tampoco impidió el toqueteo que por momentos ensayaban los visitantes, dueños absolutos de la zona de volantes, donde Jara no podía frente al dos-uno que le hacían Porras y Romero, y Meli y Pérez pegaban más de lo que jugaban.

Sólo en los primeros minutos Boca insinuó algo más que sus necesidades. Pero no era buena la noche para Tevez, que apenas tuvo algunas apariciones esporádicas y en la más clara, a los 4 minutos, tras un rebote del arquero Conde ante un remate de Pavón, la tiró por arriba. Después se lo perdió Insaurralde, de cabeza.

De Nacional poco, hasta que en una contra, a los 21, Carballo sacó el centro por la derecha que el Cata Díaz, al intentar despejar, metió dentro del arco de Orion. Entonces sí, apremiado, Boca terminó de desdibujarse. Los pelotazos por arriba de la línea de volantes se repetían con una intensidad espantosa. Y ni Tevez ni Chávez lograban desnivelar ante la presión de la defensa del Bolso, que cumplía bien su labor y hacían diferencia con los anticipos.

El único que desentonaba en la medianía general xeneize era Pavón, que perdía más de lo que ganaba en el mano a mano con Espino pero así y todo a los 35 metió un centro picante, que Chávez cabeceó apenas desvíado sobre el segundo palo. Antes del final de la primera parte, mientras los hinchas pedían, de diferentes maneras e intensidades “un poco más de huevo”, Fabra sacó un remate que, ya dentro del área, pegó en la mano de un defensor pero el árbitro brasileño Heber Lopes juzgó sin intención, ante el reclamo de penal.

La salida de Meli a los 42 –sufrió un esguince de rodilla tras chocar con su compañero Pérez–; y la de Chavez –por un tirón en el isquiotibial izquierdo, a los 69–, le hicieron bien a Boca. Los ingresos de Carrizo y Palacios compensaron en ataque el peso que habían tenido durante toda la noche Barcia, Carballo y Papelito Fernández, que desborban seguido pero no definían una bien.

Boca extrañaba demasiado a Tevez, lo necesitaba y no lo encontraba. Y terminó siendo Pavón el hacedor del milagro del empate cuando, a los 72, desbordó por la derecha y en lugar de enviar el centro le pegó fuerte abajo al segundo palo donde Conde no pudo contenerla. En la euforia del festejo, Pavón se hizo amonestar y dejó a Boca con diez, para aumentar la desesperación y el sufrimiento de los hinchas hasta que Orion atajó el tercer penal en la definición y Carrizo le puso el sello a la noche.