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Los números rojos y puntos oscuros

La transferencia del goleador beneficia a Boca, pero sobre todo a muchos allegados a la comisión directiva que encabeza Macri, desde empresarios a parientes de algunos dirigentes.

 Por Gustavo Veiga

El pase de Carlos Tevez, además de provocar sospechas, estimula la ciencia ficción. Ni Julio Verne hubiera imaginado que un iraní, con fondos en apariencia rusos, al contado y en un santiamén se lo llevaría a Brasil. Pero el fútbol de hoy es así y también dispara preguntas: ¿quién se beneficia más? ¿Será Boca, que lo mantuvo en el club ocho años y le abonó los sueldos, primas y premios? ¿Será el abogado Eduardo Saraví, quien aportó en 1997 los 10 mil dólares necesarios para sacarlo de las divisiones infantiles de All Boys? ¿Será el dúo dinámico de Gustavo Arribas y Fernando Hidalgo, los intermediarios? ¿Quién, en definitiva, se quedará con la tajada mayor en proporción al dinero y el tiempo que invirtió en el jugador? No está claro, a menos que se saquen algunas cuentas.
La operación, se aduce, le reportará al club que conduce el empresario-presidente Mauricio Macri 18 millones de dólares. Una bicoca, tanto por el precio como por su forma de pago. Ahora bien, el MSI (Media Sports Investment) del extraño Kia Joorabchian que pondría la plata se quedará con el ciento por ciento del pase, pero Boca cobrará sólo el 80. El porcentaje restante es el que por estas horas intenta hacer valer el doctor Saraví. Primo de la ex esposa del vicepresidente 2° boquense, Gregorio Zidar, además comparte estudio con el letrado Juan José Etala (h), vocal titular de la misma comisión directiva.
Ese 20 por ciento equivale a 3.600.000 dólares que Saraví reclamaría por su apuesta de riesgo: adquirió la ficha de Tevez cuando apenas tenía 13 años. Pero en Boca están regateando esa suma y pretenderían saldar el compromiso con apenas 500 mil dólares. El abogado está enojado con Macri, Zidar y compañía tanto como Roberto Tesone, el ex representante del jugador, quien exige que le paguen el 10 por ciento del contrato que firmará Tevez con Corinthians por cinco años; un millón en la divisa norteamericana.
A “Cacho”, como lo llaman a Tesone, hermano menor de Domingo, un ex presidente de Argentinos Juniors, lo hicieron a un lado después de siete años. Por eso al “Manchado”, como le decían en el semillero de All Boys, lo representa ahora el contador Adrián Ruo-
cco, un desconocido en el ambiente del fútbol que asesora a Gerardo Sofovich. La amistad que une a este profesional con el padre de Tevez le habría permitido ocupar el lugar de Tesone, quien no se quedará de brazos cruzados. Por si acaso, ya mandó a preparar una demanda. Y habría conseguido que el jugador ceda un pequeño porcentaje de su contrato.
Si avanza este juicio y si Saraví también hace lo propio, la transferencia no correrá peligro, pero sí podría haber un damnificado en el futuro: Boca. En cambio, quienes nada tienen que temer son el escribano Gustavo Arribas, a esta altura un clásico en cada negocio que emprende Macri, y Fernando Hidalgo, el emancipado ex empleado de Gustavo Mascardi. Los dos, en teoría, deberían repartirse la comisión del 10 por ciento (1.800.000 dólares) que el club paga a sus buscadores de oportunidades, cuya nómina es más extensa.
Allí cohabitan Ernesto Petrini, una especie de correo del zar que estableció bases en Rusia; Nicolás Caputo, uno de los testaferros del ingeniero que tendría acciones en el Villarreal español, y Lucio Bernasconi, el ex presidente de ACE Sociedad Anónima, la empresa que hasta mediados de 2002 recibía 180.000 pesos anuales aprobados por la comisión directiva y la asamblea de representantes para colocar futbolistas amateurs en el exterior.
En mayo de este año, Ernesto Mastrángelo, ex técnico de las divisiones inferiores, se preguntaba qué había sucedido con varios juveniles que se esfumaron del club. Entre otros, Cristian Ledesma, Leonardo Verón y Mauro Zanotti. También podría recordarse el caso de Julio Alcorsé, negociado por Boca –a través de ACE– con el Lucerna de Suiza y cuyo monto nunca quedó asentado en los balances. Estas minúsculas operaciones –si se las compara con el millonario pase al Corinthians– son las que afiebraron a Omar Buchacra, el concesionario del club que la emprendió a golpes contra dos entrenadores del semillero el 10 de noviembre último. El personaje que fue suspendido apenas un año en su condición de socio por el ataque en patota contra Abel Almada y César Mendoza. El mismo que calló súbitamente después de preguntarse ante la prensa: ¿quién es el dueño del 20 por ciento de Tevez?
Macri se molestó apenas quedó concretada la venta del goleador de los Juegos Olímpicos. Pretendía retenerlo en Boca hasta junio. Y no aceptó la lógica que a menudo impuso en otras circunstancias, donde la cuenta bancaria más abultada define las reglas. Cuando su club concibió en 1996 un fondo común de inversión para comprar a Martín Palermo y Walter Samuel, entre otros, no hubo quien pudiera resistir sus ofertas. MSI, el fondo británico o de las Islas Vírgenes –lo mismo da– que se comprometió a gastar cash 18 millones dólares, le acaba de pagar con la misma moneda.

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Carlos Tevez festeja uno de sus últimos goles con la camiseta de Boca antes de irse a Brasil.
 
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