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La vida es sueños

- Jorge Valdano inclinó su cuerpo de basquetbolista hacia la izquierda, mientras el arquero alemán Michael Schumacher dudaba entre salir o quedarse, un problema que tuvo durante todo el partido. Inclinado, en una jugada que había practicado una y otra vez en los entrenamientos, Valdano encontró el ángulo para darle a la pelota la trayectoria, con comba, que la depositaría dentro del arco. Aquel delantero formidable lograba, en el partido de su vida, la final de un Mundial, el gol con que había soñado desde que era niño. Han pasado cuatro Mundiales desde aquel día en el Estadio Azteca y todavía hay noches en que Valdano sueña su gol a los alemanes. Sueña la corrida, el silencio expectante de la multitud, su movimiento entrenado, el ruido seco de su pie derecho impactando la pelota, la cara de pánico del arquero, la sensación de que será gol antes de que estalle el grito de miles y miles de personas. Valdano sueña su carrera desenfrenada e incluso sueña algo que no vio, pero está en el video del partido: su cara de gol, ese gesto que es alegría irrefrenable, misión cumplida y agradecimiento a la vida. Valdano hizo el gol de sus sueños en la tarde más feliz de su vida deportiva. Soñar ese gol de vez en cuando durante los últimos 16 años ha sido uno de los premios más grandes de su carrera.

- Diego Maradona hizo tantos goles hermosos, para Argentinos, Boca, Barcelona, Napoli, Newell’s y los seleccionados argentinos, que podría darse el lujo de elegir con cuál soñar. El asunto con Diego es que todos sueñan con hacer un gol que él ya hizo: el segundo a los ingleses en 1986, que acaba de ser elegido como el momento más bello de la historia completa de los Mundiales. Fue tan grande Maradona como jugador que ese gol tuvo su borrador: una apilada idéntica, en Wembley, en 1980, ante el mismo arquero del ‘86, Shilton, pero que terminó con un disparo suyo al segundo palo. La pelota se fue afuera, aquella vez y reza la leyenda que su hermanito Lalo tuvo el tupé de marcarle que había definido mal. Nadie sabrá jamás si es cierto pero Maradona dijo que en el momento de definir en México pensó en el consejo de Lalo: “la próxima vez, gambeteá al arquero”. Valdano comenta jocosamente que aún le parece increíble que mientras hacía las cosas que hacía, a la velocidad que las hacía, Maradona tuviese tiempo para pensar.

- ¿Con qué habrán soñado anoche los jugadores argentinos, en la vigilia del partido ante Inglaterra? ¿Habrá soñado Zanetti que hace un gol como en el ‘98, cuando funcionó una jugada de pizarrón y a la salida de un tiro libre la mandó a guardar, y de zurda? ¿Habrán sabido sus compañeros que juegan este partido para soñarlo mil y una veces, para no poder dormir esta misma noche, para recordarlo dentro de cuatro, ocho, doce, dieciséis y veinte años, cuando el paso del tiempo todo lo agigante?

- Todos fuimos uruguayos ayer, cuando el partido ante Francia parecía ganable, aunque fuese un espejismo. Todos fuimos uruguayos por aquello de la simpatía por el débil que se planta frente al poderoso, por aquello de América contra Europa, de la colonia frente al país que fue cabeza de imperio, por rioplatenses. Fuimos uruguayos por Zitarrosa y Onetti, por Jaime Roos y el Negro Rada, por el Frente Amplio y La Paloma, por Mateo y Ricardo Espalter, por Galeano y Francescoli, por Jorge Drexler y los hermanos Fattorusso, por Juan Manuel Carrasco, el chivito y Antonio Alzamendi, por Mario Benedetti y hasta por Natalia Oreiro. Pero los uruguayos no se dieron cuenta de que éramos tantos y los franceses tan pocos. No se animaron a ganar –con un jugador de más –un partido que podría haber sido una bisagra en su historia. Fueron más Lembo y Batlle que Recoba y Líber Seregni. Soñarán por siempre que pudieron haber eliminado de una al campeón del mundo.

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