DEPORTES › OPINION

¿Quién inventó eso del “faro”?

 Por Diego Bonadeo

Más de cuarenta años atrás, cuando El Gráfico era El Gráfico y no el esperpento que sucedió al alejamiento del gran Dante Panzeri con la llegada de Carlos Fontanarrossa, Osvaldo Ardizzone titulaba: “En el sueño de aquel Expreso” o “Centro de Ciaccia, gol de Gimnasia”. La referencia era para aquel equipo de Gimnasia y Esgrima de La Plata que, con Adolfo Pedernera de técnico, le peleaba modesta y honestamente al más pintado. Jugaba el “Cochero” Héctor Antonio, el wing de verdad Ciaccia y el ex Lanús Alfredo “El Tanque” Rojas, poco después en Boca, entre otros.

La primera referencia de Ardizzone era para aquel equipo platense de 1933, –“El Expreso”– que en circunstancias parece que por lo menos equívocas perdió el campeonato con San Lorenzo. El segundo título tenía como protagonista al wing –Ciaccia–, pero fundamentalmente al receptor de aquellos centros: Alfredo Rojas.

Hoy, para quienes modernizan desde una supuesta originalidad, Rojas sería el “faro”. Esto es, el delantero grandote y de punta, no precisamente dotado, en quien podían referenciarse sus compañeros para apuntarle a su casi metro noventa y su implacable cabezazo tanto para convertir como para bajarla para quien llegara. Ni antes, ni inmediatamente después de aquel principio de la década del sesenta, se recuerdan grandes centroforwards con aquellas características. Ni Jaime Sarlanga ni José Borello ni Paulo Valentim en Boca. Ni Pedernera, Di Stéfano o Walter Gómez en River. Ni Lacasia (que medio se echaba atrás para buscarse juego), ni Bonelli en Independiente. Ni Pontoni ni Benavídez en Newell’s o San Lorenzo, ni Rubén Bravo en Central o Racing tenían ese perfil.

No contentos con haber conseguido defensores a medir por centímetros o pesar por kilos, pareciera que la conjura del tacticismo pasa ahora por trasladar esta patología a los delanteros, como si Maradona, Gerd Müller o Romario hayan sido Gullivers en el país de los enanos. A punto tal que, malversando el legado del recordado León Najnudel para el básquetbol, la imaginería los lleva a pensar que la solución está en recorrer la Argentina a la búsqueda de ciudadanos de alrededor de dos metros, para emular a Materazzi, no importa demasiado si saben o no de qué se trata esto de saber jugar a la pelota para luego ir sabiendo de qué se trata esto de jugar al fútbol. Falta solamente que al léxico futbolero, le agreguen “ala pivot” para los wines o “ayuda base” para los volantes de marca.

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