Miércoles, 18 de octubre de 2006 | Hoy
DEPORTES › EL ALEMAN ESTUVO INVOLUCRADO EN DEFINICIONES POCO DEPORTIVAS
El Mundial de la F-1 se define el domingo y el piloto de Ferrari necesita ganar y que Fernando Alonso no sume puntos para obtener el título, lo que alimenta las suspicacias que el propio corredor sembró años atrás.
Por Pablo Vignone
“El campeonato está terminado porque no puedo pensar en el abandono de un rival para salir campeón.” Palabras más o menos, el siete veces campeón del mundo Michael Schumacher se bajó así del último tramo de la lucha por su octavo título mundial. Parece una frase curiosa en su boca, recordando otros finales de campeonato de Fórmula 1, cuando no le importó tanto si sus rivales directos abandonaban o no cuando el alemán los apuntaba con su propio auto, como sucedió en 1994 o en 1997.
Parece cosa del pasado, pero el fantasma sobrevuela la definición del Mundial 2006, el domingo próximo en Interlagos, San Pablo, durante el Grand Prix de Brasil: la única manera en que Schumacher podría ganar un octavo título sería ganando la carrera, mientras que su rival, el campeón Fernando Alonso, no sumara ni un solo punto. En ese caso, ambos empatarían la primera posición con 126 puntos, pero el alemán recuperaría el cetro por mayor cantidad (8 a 7) de victorias en la temporada.
Si las brujas existen, es el reiterado pasado de Schumacher el que las revive en esta instancia. El inglés Damon Hill, que fuera perjudicado en la definición del torneo de 1994 cuando Schumacher lo sacó de pista en el último Grand Prix de ese año, en Australia, aconsejó a Alonso: “Si yo fuera él, tendría puesta la armadura hasta que termine la última carrera”. El británico conoce bien al alemán: “Nunca des por vencido a Schumacher –apuntó–. No está terminado hasta que todo terminó. Seguro que va a Brasil pensando ‘¿cómo puedo ganar y que Alonso no sume ningún punto?’ Esa es la manera en que prepara la carrera. De otra forma no sería Michael Schumacher”. Y Sir Jackie Stewart le aconsejó a Alonso que tuviera cuidado con la primera curva de Interlagos. “Cualquier cosa puede pasar allí”, declaró fatalista.
La posibilidad de que la definición no sea todo lo deportiva que debiera está latente. Las Ferrari son dos en la pista (Schumacher y Felipe Massa), pero el equipo Red Bull usa los motores italianos en los coches de Coulthard y Doornbos y el equipo Spyker tiene un contrato para usarlos la próxima temporada... Además, el equipo Toro Rosso (ex Minardi) es subsidiario del Red Bull.
El responsable de los motores Renault, Denis Chevrier, dijo “no poder imaginar” que Schumacher vaya a emplear tácticas cuestionables, y el hermano del alemán, Ralf Schumacher, negó que pensara en sacar de pista a Alonso: “No voy a hacer nada así. Sería injusto y brutalmente peligroso”. Nick Heidfeld, piloto de BMW Sauber, avisó: “No lo ayudaría ni aunque Michael me diese diez millones de euros, prometiese ser mi chofer y dijese a todo el mundo que soy el mejor de los dos”.
El mismo Chevrier apuntó la semana pasada que la batalla de este año, contra Ferrari, fue muy distinta a la que Renault sostuvo en 2005 contra McLaren, cuando Alonso batió a Kimi Raikkonen por el título mundial. “El año pasado solamente era cuestión de quién era más rápido. Este año –aseguró– hubo mucho menos espíritu deportivo, menos espíritu de competencia pura.” Flavio Briatore, el sanguíneo director deportivo de la Renault, lo había expuesto más crudamente diez días atrás: “Pelear contra la McLaren es bueno, pero pelear contra Ferrari es directamente imposible”.
Es que las 16 temporadas de antecedentes de Schumacher en la Fórmula 1 (250 carreras, siete títulos, 91 victorias) están pobladas de incidentes en los cuales el alemán mostró una agresividad fuera de norma, en algunos casos castigados, no siempre con excesiva severidad.
Aquella ocasión del ’94 es recordada: Schumacher era el puntero de la carrera cuando se distrajo y lo golpeó contra una pared. Como Hill, que venía detrás de él, tenía menos puntos en el campeonato, un abandono mutuo consagraba al alemán, que con el auto herido se interpuso en la trayectoria del inglés. Ambos quedaron fuera de carrera...
Si la maniobra no había parecido deliberada, tres años más tarde no quedaron dudas. A la definición del torneo de 1997, en el Grand Prix de Europa, en Jerez de la Frontera, llegó con dos puntos más que Jacques Villeneuve. Le bastaba terminar delante o que ambos abandonaran para lograr su primer título con Ferrari. El canadiense lo persiguió más de media carrera: el argentino Norberto Fontana, que corría con un Sauber equipado con motores Ferrari, había recibido la indicación de taparlo en la pista cuando le sacara una vuelta, y le hizo perder un par de segundos.
Cuando Villeneuve superó el escollo volvió a acercarse al alemán y, de pronto, ensayó una maniobra para pasarlo en una curva a la derecha. Schumacher lo vio por el espejo retrovisor y cerró su marcha. Los coches se chocaron, pero sólo la Ferrari quedó herida. Villeneuve alcanzó la meta y se coronó campeón mundial: la maniobra del alemán fue sancionada aunque no con una suspensión como se imaginaba, sino con la quita de todos los puntos logrados en el torneo y del subcampeonato.
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