Cuando Ramón Díaz volvió a trabajar en el fútbol argentino como entrenador de San Lorenzo se vio obligado a buscar un ayudante de campo que reemplazara a Omar Labruna, que supo acompañarlo durante su exitoso paso por River. El riojano se fijó entonces en Sebastián Pascual Rambert, un antiguo dirigido suyo que dejó el fútbol hace tres años por una lesión y que hoy quiere hacer sus primeras armas como entrenador nada menos que en el cuerpo técnico del puntero del campeonato.

–¿Por qué cree que Ramón lo eligió para que lo acompañara en esta etapa?

–Bueno, él me conocía de la época de River, y siempre tuvimos una buena relación. Durante la gestión de Jorge Burruchaga en Arsenal trabajé junto con Daniel Garnero en la reserva. Ramón se enteró de eso y me propuso trabajar acá, en San Lorenzo, y la verdad es que acepté porque me pareció una oportunidad muy buena para crecer profesionalmente.

–¿Estar ligado a un cuerpo técnico le ayudó a elaborar el duelo por el cual atraviesa el jugador cuando deja la actividad profesional?

–La verdad es que el duelo, si se le puede llamar así, de abandonar el fútbol en mi caso no fue tan así, ya que debí dejar el fútbol por una lesión en la rodilla y la verdad que no me dolió tanto el adiós. Era una cuestión física que no podía superar y lo acepté con normalidad. Decidí hacer el curso de técnico porque quiero seguir ligado a este deporte.

–¿Fue feliz durante su carrera como jugador?

–Sí, la verdad es que lo disfruté. Jugué en tres equipos grandes de la Argentina y tuve la suerte de pasar por Europa. La verdad es que no me quejo.

–¿En qué consiste específicamente su trabajo en el cuerpo técnico que conduce Ramón Díaz?

–Soy un colaborador que asiste al entrenador, no hay muchos misterios. Estoy con el plantel y trabajo el técnico, lo táctico y en todo lo que necesite Ramón para poner a punto al equipo.

–¿Tiene algo de mérito en el buen momento que vive San Lorenzo?

–No para nada, el mérito es de Ramón, que hoy se transformó en un verdadero referente de San Lorenzo. Es el responsable de haberle cambiado la mentalidad y la imagen de este grupo, que recuperó el protagonismo y que además logró que la gente se entusiasmara y volviera a llenar la cancha y soñar que se puede. Yo estoy para ayudar y aprender, nada más.

–¿Puede decirse que hoy existe en San Lorenzo un proyecto a largo plazo y que usted es parte del mismo?

–Ojalá fuera así. Lástima que los tiempos que se manejan en el fútbol argentino son muy cortos. Lamentablemente, vivimos muy en el día a día y de los resultados que se obtienen en lo inmediato. Pero es algo a lo que hay que acostumbrarse porque es una particularidad inherente a nuestro fútbol.

–¿No le parece que el campeonato corto conspira contra los tiempos que necesitan los entrenadores para trabajar?

–La verdad es que no sé, porque nunca jugué en Argentina en un campeonato largo. Debuté en Independiente en 1993 y siempre tuve que convivir con esta realidad. Soy producto de este sistema de competencia y me parece que es algo que está muy arraigado en la mentalidad del jugador argentino.

–¿Le gusta entonces el nivel que posee el campeonato local?

–A veces se juega bien. Lo que sucede es que la exigencia física es muy grande y hay que combinar despliegue con técnica y orden táctico. Si eso se logra, el juego se hace cada vez más dinámico y es atractivo verlo. Lo que pasa es que no siempre se logra.

–Hizo referencia al orden, ¿es muy importante eso para un equipo?

–Para mí, sí. Creo a partir del orden se pueden lograr los resultados, no es algo muy difícil de asimilar, para mí el orden es tener una idea de juego y saberla aplicar en la cancha, no es tan difícil definirlo, pero sí llevarlo a cabo.

–¿Tiene resto San Lorenzo como para pelear arriba hasta el final del campeonato?

–Sí, tiene todo como para lograrlo: un plantel muy rico, con muchas ganas y un técnico ganador. El equipo dará pelea, eso es seguro.