Jueves, 30 de octubre de 2008 | Hoy
DEPORTES › OPINIóN
Por Gustavo Veiga
Los hermanos Coen nos dieron una mano. Quémese después de leerse (su película recién estrenada) nos permite zambullirnos en una pileta donde últimamente los periodistas no encontrábamos agua. Ahí nadaba Russo hasta que lo secaron. Después Bianchi, hasta que se rompió el trampolín. Y hace 48 horas apareció Maradona. Fresquito como una lechuga, autoproclamado y luego designado, pasando por alto las formalidades.
¿Qué saldrá de esta jugada que no hizo el ídolo y sí el veterano Grondona que juega desde su escritorio? Sólo a partir del próximo 28 de marzo, ante Venezuela y por los puntos, podremos comenzar a ver qué pasa. Lo que suceda en estos cinco meses será cartón pintado a partir de aquella fecha. Habrá un amistoso en Glasgow contra Escocia, otro ante Francia en febrero, unos cuantos jugadores convocados y muchas, pero muchas más palabras gastadas a cuenta del hecho deportivo del año.
¿Cabe alguna duda? No, a no ser que pueda arrimársele el equipo de Copa Davis ganando por primera vez la célebre ensaladera de plata en noviembre. El retorno de Diego también significa el retorno de Bilardo. No es un dato menor. Como tampoco lo es que Grondona estrechó el círculo para tomar decisiones a los más íntimos. Incluido su hijo Humberto, DT de Talleres de Córdoba y cuya hija es ahijada del secretario de Deportes bonaerense. Estos datos y cualquier otro se tornarían irrelevantes si pudiéramos respondernos una pregunta. ¿A Maradona lo eligieron por su pasado glorioso como futbolista o por su presente saludable? ¿O por las dos cosas? ¿Cuál fue la razón?
Está claro que no lo eligieron por su trayectoria como técnico (no dirige desde la temporada 1994-95, en que ganó tres partidos de 23) y sí por su proverbial condición de motivador, de referente de esa futbolera argentinidad que nadie le discute. ¿Será eso lo que necesita la Selección? Responder a la pregunta puede hacernos correr el riesgo de sumergirnos en aquella pileta vacía.
Quémese después de leerse (hermanos Coen dixit). Y que no queden rastros de este presente convulsionado donde una noticia se come a la otra. Porque Maradona se comió a todos.
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