Jueves, 29 de julio de 2010 | Hoy
DEPORTES › OPINIóN
Por Adrián De Benedictis
Las palabras que Diego Maradona brindó ayer dejaron en evidencia que, para él, su principal enemigo en el cargo que ocupaba era Carlos Salvador Bilardo. Al parecer, el técnico equivocó el destino de su bronca por la situación que le toca. Si bien la traición es más grave que la mentira, Julio Grondona fue quien terminó por definir la no continuidad de Maradona, mientras la figura de Bilardo se recorta mucho menos en este punto. A partir de las negociaciones que encabezó el máximo dirigente para definir la situación de Maradona, quedó demostrado que Bilardo no tuvo influencia en la determinación para que el entrenador no permaneciera en el lugar que tanto había anhelado.
El papel secundario que le dio el propio Maradona a Bilardo durante su período al frente del plantel es el mismo que por estas horas le otorga Grondona para aclarar el futuro. Y así, la imagen del ex técnico es cada vez más patética, sobre todo mientras decida mantenerse en el lugar en que lo ubicaron. De esa manera, Maradona le dio ayer a Bilardo un protagonismo que no le pertenece, debido a que su debilidad actual no le da crédito para formar parte de una decisión de esta magnitud. Y Maradona volvió a desviar el camino de su furia.
Más allá de que el astro fue punzante también con Grondona, no lo hizo de la manera con que le cayó a Bilardo, y fue mucho más liviano con el hombre que toma todas la decisiones en el fútbol argentino. De la misma manera que le ofreció el puesto en octubre de 2008, Grondona resolvió el lunes pasado su “no continuidad”, sin necesidad de consultarlo con nadie, y mucho menos con Bilardo. Ni siquiera el nombre de Alejandro Sabella como posible sucesor podría estar relacionado con Bilardo, por la relación nacida en Estudiantes, a partir de que Grondona será el único que elegirá el nombre, para dejar a Bilardo nuevamente entre las sombras. El director general de Selecciones todavía no se dio cuenta de la astucia de su superior para dejarlo expuesto ante cada conflicto, como sucedió con los barrabravas durante la Copa del Mundo.
Pero Maradona habló ayer de traición en varias oportunidades. No sólo se lo dirigió a Bilardo, sino que también le avisó a su reemplazante que eso está “a la vuelta de la esquina”. Quizás olvidó rápidamente cómo fue su llegada al seleccionado, algo que nunca aclaró su antecesor Alfio Basile, cuando las versiones sobre diálogos entre Diego y los propios jugadores eran conocidos. A partir de ahí se de-sencadenaron otras aristas, como la negativa de Juan Román Riquelme a seguir formando parte del equipo; sólo se dijo que no compartían los mismos “códigos” que supuestamente deben tener los que participan de todo esto. Tal vez, cuando alguien se anime a dilucidar esos sagrados códigos, las historias sean un poco más creíbles.
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