La corriente hizo saltar al Monumental a los 17 del segundo tiempo, cuando Lionel Messi disparó su zigzag arrollador y típico, en diagonal y con el gol como obsesión. Los hinchas demostraron entonces la necesidad que sienten de poder enamorarse del astro del Barcelona y aprovecharon la jugada, tan propia del rosarino cuando viste la camiseta catalana, para alimentar con pasión esos aullidos crecientes. Angel Di María estaba en posición fuera de juego cuando remató al arco, pecado, y el gol no fue convalidado, pero lo más importante ya había sucedido. El romance tiene visos de seriedad.

“Me dejó muy contento –afirmó luego Messi con su economía conceptual–. Jugamos contra el campeón del mundo y pudimos ganarle. Pasamos muchas amarguras y volver a reencontrarme con la gente es algo muy lindo”, confió. “Me gustó que terminamos todos contentos. Los españoles te mueven la pelota de un lado a otro y por eso no es poco haberles ganado de esta manera”, manifestó.

La ovación se hizo patente en el momento en que Batista decidió el ingreso de D’Alessandro, destinado especialmente a darle al rosarino el premio que se merecía. “El partido lo definimos rápido porque hicimos las cosas bien de entrada. Pero después intentamos aguantarlo y también logramos hacerlo”, describió.

Se había consumido apenas un décimo de amistoso cuando Messi reivindicó su intención de reconciliarse con el público porteño, cuando fabricó la jugada del primer gol y lo rubricó con un toque sutil de su zurda. “Salió un partido completo –coincidió con sus compañeros–. Lo que todos queremos es que al seleccionado argentino le vaya bien. Ojalá sigamos de esta manera para bien de todos”, se ilusionó el rosarino, mientras seguía recibiendo felicitaciones, hasta de rivales como su compañero en el Barcelona Andrés Iniesta.

Los españoles siempre vieron con asombro cómo la hinchada argentina ponía en tela de juicio el rendimiento de Messi con la camiseta de la Selección. Ayer, al menos los futbolistas del seleccionado campeón del mundo asistieron a la puesta en escena del sentimiento inverso. El romance, parece, puede durar.