Desde Mar del Plata

No es un slogan de Unicef ni una campaña para el Día del Niño, pero los chicos son unos de los más privilegiados con la disputa del Preolímpico. Más allá de los partidos, los más pequeños tienen distintas atracciones para disfrutar a full de los tiempos muertos entre encuentros e, incluso, durante la misma disputa de los juegos. En las afueras del estadio, sobre la Avenida de las Olimpíadas, se ubicó una carpa donde se llevan a cabo diferentes actividades. La más visitada, y no sólo por los más chiquitos, sirve para mostrar habilidades basquetbolísticas: Dos aros y un tablero electrónico, con una cuenta regresiva de 24 segundos que cuenta los tiros encestados, permite competir entre dos amigos. Al lado, una pantalla gigante puede simular una volcada a partir de la energía con que salta cada participante, aunque el divertimento no es recomendable para quienes no tengan rodillas sanas... También hay un stand donde un grupo de chicas pinta banderitas argentinas a los hinchas que así lo desean. Y otro en el que uno se puede sacar fotos artísticas, con fondo de basquet.

Ya dentro del estadio, la efectividad en libres se premia: Gracias al aporte de una casa de deportes marplatenses, dos tiros seguidos convertidos se transforman en una remera. Otro stand que no pasa

inadvertido es el de Gillette, que simula ser el vestuario argentino, a escala extra large. Ahí uno puede tomar real dimensión de la diferencia de tamaño entre los jugadores argentinos y el resto de la gente. La pileta del lavabo, a más de 1m40 del piso, le hace notar a este cronista la principal razón, además del talento, por la que no se dedicó al basquet.

Un detalle más que beneficia a los chicos, sobre todo en los partidos diurnos, tiene que ver con los contingentes de escuelas y clubes de la ciudad, que llegan con sus maestras y profesores para ver a sus ídolos. Y además de los partidos, también disfrutan al máximo con las acrobacias que propone la mascota Jay Jay y los atletas que hacen volcadas gimnásticas saltando con trampolines. Con sus gritos y alegría, los pibes le dan un color especial al Poli cuando recién se empieza a poblar para los encuentros de Argentina.