DEPORTES › EL PARTIDO DESDE LAS TRIBUNAS
Crónica en la popu
Por Facundo Martínez
La gente recibió con aplausos al equipo argentino, extrañado al campo por el opaco clima que había en un estadio que apenas estaba ocupado en el 60 por ciento de su capacidad.
No hicieron falta los recolectores de papelitos: no los hubo. Y de no ser por la música de los altoparlantes, quizás hasta se habrían escuchado los diálogos entre los jugadores.
Hubo un poco de ruido una vez comenzado el partido, cuando la barra brava de River se ubicó en el hueco de la Almirante Brown al ritmo de bombo, redoblante y platillo.
Con el 1-0 se levantó un poco la voz de los hinchas, que parecía querer demorarse porque el partido no exigía un rol de hinchada. Eligieron los aplausos antes que los gritos para festejar las jugadas aisladas que producía el equipo nacional. Sólo de a ratos los hinchas se despertaban para cantar el tradicional “Vamos, vamos, Argentina...”
El gol de Venezuela pareció hacerle bien al color: 300 a 400 hinchas venezolanos en la Centenario Media pudieron escucharse entonces.
El silencio recién volvió a romperse con el golazo de Riquelme, en la Centenario Alta, donde estaban concentrados los hinchas de Boca, con una bandera en la que se leía “Román, por siempre en la Selección”. Allí se escuchó patente el “Riquelme//Riquelme”.
El gol de Saviola parecía liquidar el trámite encendiendo la mecha del festejo y comenzaron a escucharse los primeros ole; incluso, no tardó en llegar el “y ya lo ve//es el equipo de José”.
Más por diversión que por otra cosa, los hinchas se prendían de a ratos en alguna de estas consignas generales. Pero la cuota de ironía de la noche quedó reservada para los venezolanos cuando, con el 3-2, se escuchó un extraño “hijos nuestros...” que pareció excesivo.