América de México es el rival a vencer en la final de la Copa Sudamericana. Dirigido desde comienzos de octubre por el argentino Daniel Alberto Brailovsky, logró salir de la crisis futbolística que lo jaqueaba. El debut de Brailovsky fue justamente en la Copa Sudamericana, con una victoria como local por 2-0 ante el Vasco da Gama (0-1 en el partido de vuelta), por los cuartos de final del certamen.

La idea que el DT argentino le bajó al plantel, al que desde que asumió intentó cambiar en su manera de jugar, es tratar bien la pelota y buscar la victoria atacando, más allá de que como visitante por ahí prefiere esperar y contraatacar. “El local debe atacar mucho más”, piensa el DT, pero también sostiene que hay que luchar cada pelota y tratar de aprovechar al máximo las oportunidades.

Un buen funcionamiento colectivo, sumado a la jerarquía de algunas de sus individualidades, hacen del América un rival complicado. Tácticamente es un equipo flexible. Si bien el esquema que más utiliza es un 4-3-3, dependiendo del rival, puede modificar su dibujo a un 4231 o 4411, más defensivo pero letal a la hora de contragolpear.

La campaña del América en la Sudamericana arrancó con la eliminación del Pachuca, al que goleó 4-1 como visitante y perdió 2-0 como local (bajo la dirección técnica de Luis Tena). Continuó con la eliminación de Vasco da Gama y con la eliminación, ya en semifinales, de Millonarios de Colombia, al que venció 3-2 como visitante y luego 2-0 como local.

Las caras más importantes del equipo son el ex Boca Federico Insúa, mediapunta; el delantero uruguayo Hernán López, autor de los dos goles del partido del martes frente a Millonarios; el arquero Guillermo Ochoa, que aporta mucha seguridad a los del fondo. También cuenta, entre los suplentes, con el ex Vélez Lucas Castromán.