Jueves, 15 de noviembre de 2007 | Hoy
EL PAíS › MARTIN LOUSTEAU, EL MINISTRO DE ECONOMIA DE CRISTINA
Con apenas 37 años, el actual jefe del Banco Provincia ocupará la principal poltrona de Hacienda del gobierno de Cristina Fernández.
Por Claudio Zlotnik
“Un keynesiano ortodoxo, con una vocación pública importante.” Así se definió Martín Lousteau en enero de 2006, durante un reportaje con Página/12, cuando estrenaba la presidencia del Banco Provincia de Buenos Aires. A favor de la participación activa del Estado y del actual modelo productivo, Lousteau cree que, tras la salida de la crisis y de cinco años de crecimiento, la Argentina “cerró una puerta” y debe enfrentarse a una segunda etapa. La inflación y la situación energética aparecen como dos grandes desafíos. El ministro designado es un defensor del dólar competitivo y, al revés de los gurúes de la city y del establishment empresario, cree que el nivel de gasto público debería ser más alto.
Lousteau cumplirá 37 años dos días antes de asumir en el Palacio de Hacienda. Después de Jesús Rodríguez, el dirigente radical que se hizo cargo del ministerio durante la híper de 1989 con sólo 34 años, será el segundo ministro de Economía más joven de la historia.
A los 23 años ya se había recibido de licenciado en Economía, en la Universidad de San Andrés, y obtuvo un Master en la London School of Economics and Political Science, institución fundada en 1895 por los simpatizantes socialistas de la Sociedad Fabiana para forjar a “los economistas del socialismo del futuro”. En la función pública, durante 2003 y parte del año siguiente fue asesor de Alfonso Prat Gay en el Banco Central. A mediados de 2004 se desempeñó en la provincia de Buenos Aires como jefe de Gabinete del Ministerio de la Producción y, promovido por Felipe Solá, llegó a la presidencia del Banco Provincia. Escribió dos libros: Hacia un federalismo solidario, en 2003, y Sin atajos, junto a Javier González Fraga, un compendio con sus ideas de política económica.
Sus referentes de hace algunos años ahora son economistas de la oposición (Prat Gay se vinculó a Elisa Carrió y González Fraga con Roberto Lavagna), mientras que él se hizo camino como funcionario y se convirtió en un férreo defensor del modelo económico implementado por el gobierno de Néstor Kirchner. En sus apariciones públicas respaldó las principales decisiones del Ejecutivo, como el pago total de la deuda al Fondo Monetario y el respaldo de la banca pública. En cambio, evidenció algunas discrepancias con la reforma previsional, aunque es muy crítico del actual sistema de jubilación privada.
Cuando a Lousteau le preguntan sobre el futuro inmediato, suele responder que el final de la gestión de Néstor Kirchner cierra una etapa, que sirvió para dejar plasmado en modelo productivo. De ahora en adelante, piensa el futuro ministro, hacen falta medidas específicas tanto para la industria como para el campo. El objetivo sería añadirle valor a la producción primaria e incrementar los volúmenes, de manera de quitar presiones inflacionarias.
Sobre este punto, el funcionario cree que es muy importante que haya inversiones que sirvan para incrementar la producción. Lousteau descarta que el actual proceso inflacionario desencadene picos como en épocas pasadas ya que, en la actualidad, la economía muestra signos de solidez que antes no existían, como superávit fiscal y comercial y un Banco Central que no financia al Tesoro. Y piensa que la inflación debe mantenerse en niveles que no pongan piedras en el crecimiento ni deteriore los salarios en términos reales.
Lousteau conserva un rasgo que lo emparienta con Prat Gay. En un reportaje concedido al suplemento Cash en junio último, el futuro ministro sugirió moderar la expansión económica para evitar la germinación de una crisis. “Es mucho más importante crecer todos los años que crecer a la tasa más alta”, dijo en aquel momento. La estrategia de Kirchner fue distinta: en todos estos años, la Argentina creció todo lo que pudo asumiendo las tensiones que ello generaba.
Sobre el valor del dólar, no hay ninguna discusión. Lousteau quiere un tipo de cambio que asegure la competitividad de la economía. Y entre los mayores desafíos individualiza al sector energético. Quiere que haya inversiones urgente y un diagnóstico adecuado sobre la situación ya que la solución será a mediano y largo plazo.
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